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Turismo espeleológico en Cuba atrapa por su variedad

La Habana, 23 nov.- El turismo espeleológico en Cuba constituye un elemento a tener en cuenta tras la reapertura de los viajes a la isla, debido a la variedad de cavernas y sitios de interés.

Esta opinión la confirman especialistas de la Agencia de Viajes Ecotur que se encarga en este archipiélago de las propuesta de turismo de naturaleza y aventuras.

La industria recreativa aquí tiene muchas sorpresas, variedades y curiosidades, como es el caso de su sistema cavernario y su aprovechamiento en vacaciones activas.

Por tanto, una estancia encantadora en la isla puede estar relacionada con su sistema cavernario, propuesta apropiada tanto para espeleólogos, profesionales o aficionados, o simplemente para peregrinos aventureros.

Ese derrotero puede abarcar el mundo de cuevas y ríos subterráneos que en la costa noroccidental de Cuba tiene encantos particulares.

Cuentan algunas teorías científicas que por esas zonas llegaron los primeros habitantes de la ínsula, miles de años atrás.

Sus cavernas sirvieron entonces de refugio, en medio de un paisaje sugestivo, único, además de ser morada provisional de piratas y corsarios franceses en los siglos XVI y XVII.

Cuba es considerada por los espeleólogos como una superficie carsificada en un 60 por ciento (carso tropical).

La mayor de las Antillas posee 26 mil cuevas y muchas de ellas son interesantes museos naturales.

Por ejemplo, en la provincia de Matanzas, incluido el famoso balneario de Varadero (a unos 140 kilómetros hacia el este de La Habana), aparecen en la costa norte penetraciones del mar de hasta cuatro kilómetros.

Esa característica enriquece las 350 cuevas de la zona, de las cuales -con un cuidado estricto del medioambiente por las autoridades- pueden aprovecharse para el turismo 20.

Como destaque, aparece una historia, cuando un esclavo chino llamado Justo Ho hundió su pica en el terreno y ante él apareció un hoyo casi indescriptible.

Era el 17 de abril de 1861 y la excavación se realizaba en los terrenos de Don Manuel Santos Parga, quien rápidamente aquilató el tesoro acabado de descubrir y comenzó a adaptarlo para visitas.

Con el tiempo sería la Cueva de Bellamar, a la salida de Matanzas, de cuyos tres kilómetros de extensión sólo están a la vista del público 500 metros. Ese espacio está bien iluminado, con servicios de guías, y se sienten 28 grados centígrados de temperatura, así como una humedad relativa del 98 por ciento.

En el balneario de Varadero, se encuentra la caverna de Ambrosio, cuyo nombre se debe a un tipo de clasificación aportada en 1967 por el investigador cubano Antonio Núñez Jiménez (1923-1998).

Tal sistema posee 150 metros en una serie de galerías donde se observan pictografías aborígenes, únicas.

Otro ejemplo es La cueva de Saturno (o de Cepero), rumbo al aeropuerto Juan Gualberto Gómez.

Posee aguas muy limpias en 25 metros y permite la espeleología submarina.

Estos son solo ejemplos de la región occidental cubana y de la famosa Varadero, principal escenario de sol y playa en la isla, pero el panorama cavernario es mucho más amplio y rico.

(Prensa Latina)