[:es]¿Por qué ocurren las “lluvias de sangre”?[:]

[:es]

En la Edad Media se consideraban como presagios de que el sufrimiento humano era inminente. Fueron mencionadas por Homero en la “Ilíada”, y en los textos de Cicerón, Geoffrey de Monmouth y otros escritores. Durante el Renacimiento, las atribuyeron al poder de Dios.

Sin embargo, ha llovido mucho desde entonces, y la ciencia ha progresado. Hoy sabemos que las “lluvias enrojecidas” suceden en Europa con efectos poco dramáticos, y están relacionadas con el área desértica del continente africano. Enseguida te explicamos.

La clave es el polvo

Las formidables tormentas de arena son comunes en todo el desierto del Sahara. Alrededor del sesenta por ciento del polvo que generan se mueve hacia el océano Atlántico, a menudo a la deriva hasta América del Sur, y otra parte fluye hacia los países europeos.

Un ejemplo: en esta imagen del satélite Suomi NPP de la NASA del 21 de febrero de 2017 noten cómo la pluma de polvo que se origina en el norte de África se dirige hacia España, Portugal, Madeira, Canarias y aguas adyacentes.

Las masas polvorientas son trasladadas por las corrientes de viento de las capas medias y bajas de la tropósfera, y afectan la región del Mediterráneo oriental desde la primavera. De forma general, a finales del verano un sistema de baja presión aparece sobre las islas Baleares y empuja el polvo hacia el occidente de la cuenca.

Turquía, Grecia, Albania, Montenegro, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Francia, Italia, el Reino Unido y otros países son cubiertos repetidamente por densas nubes de polvo sahariano. El cielo se torna opaco y disminuye la calidad del aire.

Ahora bien, las lluvias de color rojizo (o anaranjado) pueden tener lugar si las partículas de polvo en suspensión que se mezclan con las gotas de agua contienen suficiente óxido de hierro. Investigadores de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, han compilado más de 500 eventos ocurridos desde 1900.

En España prefieren hablar de “lluvias de barro”. La Agencia Estatal de Meteorología ha precisado que estas precipitaciones no contaminan, tienen carácter alcalino y son beneficiosas para los suelos y la vegetación.

Agua de “lluvia de barro” recolectada en abril de 2014 en el Observatorio Fabra de Barcelona, España. Foto: @alfons_pc, Twitter.

[:]