Obra de Mozart cautiva en EE.UU. con un elenco de Cuba

Washington, 15 feb.- La versión caribeña de la ópera La clemencia de Tito, compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart, cautivó al público estadounidense en el segundo día de presentaciones aquí de un elenco procedente de Cuba.

En las instalaciones del edificio del Centro John F. Kennedy para las Artes resonaron los aplausos sostenidos del público que cuenta con una larga tradición en la apreciación de este género.

La trama invita a descubrir una colonia del antiguo Imperio Romano, con nombres venidos de otras tierras y personajes sacados de diferentes épocas, involucrados en una presentación muy diferente a las tradicionales obras de Mozart.

Tambores batá y la clave cubana distinguen el entorno sonoro al enriquecer el género puro con la interpretación de la sinfonía Camerata en Guaguancó de la autoría de Guido López-Gavilán.

Legados africanos interpretados por músicos de la isla caribeña y bailados con una destreza sin igual, a la par de cantos yoruba de un coro estadounidense en pleno segundo acto de una ópera de Mozart.

En la concurrida sala, el tiempo pasó imperceptiblemente mientras los asistentes seguían de cerca el complot de Vitelia y Sesto para derrocar a Tito, la lealtad de Annio y la candidez de Servilia.

Una historia estrenada hace dos siglos, en las postrimerías de la vida del genio austriaco, que retoma valores universales como el amor, la amistad y el perdón amenazados por el despecho, los celos, la traición y las pugnas por el poder político.

Resaltan las entregas de los bailarines de la compañía OtroLado, de los jóvenes solistas, de los músicos del Lyceum Mozartiano de La Habana y del coro estadounidense NEWorksVoices of America, todos ovacionados por la audiencia.

Fue una presentación bajo la dirección general de Ulises Hernández; dirección escénica del Premio Nacional de Teatro, Carlos Díaz; la adaptación de Norge Espinosa y guiados por la batuta de José Antonio Méndez Padrón.

Junto a los vítores se escuchó el grito de ‘áViva Cuba!’, tras una puesta que movió emociones y legó mensajes.

A la salida se escucharon comentarios de momentos de la obra, entre ellos cuando un bailarín enseñaba la clave cubana al prefecto Publio, para ratificar que el arte todo lo puede y no entiende de fronteras ni geográficas ni temporales. (Prensa Latina)