“Makers” en Cuba imprimen por la salud (+Fotos y Video)
Durante semanas un equipo de cubanos ha preferido mantener el anonimato en su apoyo al personal de salud que enfrenta en primera línea la pandemia que nos azota. Desde hace algunos años este grupo de “Makers” se había reunido en la red de mensajería instantánea Telegram para intercambiar sobre novedades y usos de las tecnologías de impresión 3D.
Ante la amenaza del nuevo coronavirus, varios de los integrantes comenzaron a compartir información valiosa de como imprimir medios de protección, a partir de la experiencia de países como China, Italia y España.
En esas naciones los Makers trataban de minimizar el caos generado por la falta de insumos y productos en hospitales e industrias que usualmente se dedicaban a la fabricación de material sanitario. Producciones que habían sido despreciadas en otros momentos pues tocaban de cerca los intereses económicos de los más poderosos.
Coordinados por el diseñador Abel Bajuelos, desde varias provincias del país, este grupo con miembros de casi todas las profesiones imprime viseras protectoras, salva orejas para la protección de médicos, enfermeras y personal de salud, y partes y piezas de repuesto de los equipos usados para dar oxígeno a los pacientes hospitalizados, a validar por los especialistas.
“Para Makers la traducción criolla sería cacharreros, y en Cuba en todos los barrios hay uno, dado el alto nivel de instrucción y la creatividad propia del cubano”.
Aunque el término engloba a personas que realizan otras actividades creativas con la filosofía de hacer más con menos, para Abel el enfoque y las soluciones del cacharrero cubano son en buena parte la ética de los Makers en el mundo.
“A través del grupo compartimos los settings y configuraciones de las máquinas, el know how. La idea es ser una red distribuida de fabricación rompiendo los paradigmas actuales de manufactura, donde se concibe como una actividad estática, centralizada, intensiva en capital (aunque para muchas mercancías solo puede ser de esa manera),hay muchísimas que no”.
La mayoría de los integrantes de este equipo son trabajadores por cuenta propia (TCP), que utilizan la tecnología de impresión 3D en los servicios que prestan. Algunos ya tenían alianzas con centros de investigación o empresas, pero a todos los ha movido la necesidad de ser útiles en estos tiempos y de aportar a la gran batalla que enfrenta la humanidad.
A inicios se valieron de sus propios materiales para fabricar las primeras piezas, que fueron entregando a los hospitales y autoridades locales. Luego se abrieron las puertas de la colaboración con instituciones estatales que proveen en estos momentos lo necesario para continuar las impresiones, en esa añorada necesidad de cooperación sin trabas ni burocracia.
“En el caso de la relación con las instituciones del Estado ha sido una dinámica muy fluida. Como trabajador por cuenta propia estaba contratado hace más de tres años con el Centro de Neurociencias de Cuba (CNEURO) y la relación de trabajo ha sido excelente con resultados prometedores, por lo que fue natural que ese centro fuera el puente del grupo de Makers con las otras instituciones”, asegura Abel Bajuelos.
Otra de las entidades que participa en la coordinación es la Empresa de Automatización Integral (CEDAI) a través de una de las integrantes del grupo, quien pertenece a su departamento de I+D.
Bajuelos enfatizó que “es importantísimo en este caso reconocer que la respuesta del Estado a través de esos actores y otros ha sido ágil y de apoyo total. Cuando se nos agotó nuestra materia prima, en menos de 48 horas distribuyeron para que no detuviéramos la producción. El material fue facilitado por la Oficina Nacional de Diseño (ONDI) y hemos seguido recibiendo.Realmente no tengo conocimiento en este ámbito de una interacción TCP-Estado tan fluida y dinámica”.
Las instituciones apoyan al grupo con la entrega en cada provincia del filamento y en la recogida de los productos terminados para su distribución.
Para Adrián Bravo, cibernético jubilado y padre de Ariel Bravo, ambos miembros del grupo, es posible una alianza organizada entre el sector no estatal y el estatal. “Se ha demostrado ya en trabajos conjuntos entre empresas y cuentapropistas, hemos podido cooperar en la fabricación depiezas que sustituyen importaciones”, asegura.
Por su parte Rudy Miranda, quien trabaja como operador de impresoras 3D en CNEURO, escribe en un mensaje vía Telegram: “yo soy Maker y trabajo en una empresa estatal y creo que estos dos sectores pueden unirse mucho más”.
Tecnologías de Impresión 3D y desafíos económicos en Cuba
Los miembros del grupo de Telegram CubaVsCOVID19 coinciden en que la expansión de esas tecnologías en el país resultaría en grandes soluciones a problemas y representaría un gran aporte a la economía.
Bajuelos asegura desde su experiencia que es una “herramienta poderosísima para hacer, en muchos casos, al bloqueo irrelevante”. Los países desarrollados están viviendo ahora una situación crítica que en nuestro contexto es el día a día, por lo que puede dejarnos una gran enseñanza como país esta solución, añadió.
Las tecnologías de impresión 3D son baratas, sin propiedad intelectual, poderosas y permiten convertir las cosas en datos y los datos en cosas. Una anécdota necesaria que Abel Bajuelos cuenta es el caso de Eduardo Firvida, uno de los Makers que vive en Villa Clara,“nunca he ido a su casa y por Telegram el recibe y comparte toda la información necesaria (modelos 3D y parámetros de fabricación) para convertir en átomos lo que le llegó en forma de bits a su teléfono”.
Para las impresiones por FDM (Fused Deposition Modeling) se utilizan los mismos polímeros que en la industria para hacer todo lo que nos rodea. El conjunto de tecnologías de manufactura aditiva, como se denomina la impresión 3D que es su nombre comercial, abarca una amplia gama de materiales como: metales, cerámicas, por lo que puede fabricarse demanera aditiva buena parte de los que nos rodea.
Con su uso es posible materializar una idea en horas y esto puede ser un catalizador para dinamizar procesos de innovación a todos los niveles, cuando en el mundo no existe crecimiento ni desarrollo sin innovación.
Sueños, retos, propuestas…
En Cuba, más que de una comunidad de Makers, puede hablarse de un ecosistema en formación potenciado por el masivo acceso a las TICs en los últimos años. Existen varios grupos en todo el país alrededor de los cuales se reúnen personas de todas las edades y especialidades.
Estos además de su emprendimiento o empleo participan en actividades sin fines de lucro como: talleres donde se comparten conocimientos, know how y experiencias en el uso de las tecnologías creativas a partir de software y hardware abierto.
El modelo de viseras que proponen los Makers cubanos está diseñado para optimizar el material y tiene éxito hasta ahora en todos los especialistas que los usan. “Nos dicen que es extremadamente cómoda y que ni notan que la tienen puesta” afirmó Abel Bajuelos.
Ariel junto a su padre continuaron en su mensaje de Telegram: “una vez que el modelo final estuvo listo, utilizando una de las grandes ventajas que tiene la impresión 3D, empezamos a fabricar de forma distribuida, pues estamos en varias provincias del país. No hay que fabricarlas en un solo lugar y luego distribuirlas. Se imprimen en la misma provincia donde se van a utilizar”.
“Las dos impresoras que tenemos trabajan las 24 horas del día. Entre todos existe ese sano espíritu competitivo que resume los deseos que tiene cada cual de apoyar a nuestro sistema de salud que está en la primera línea contra la COVID-19. Nuestro mayor impulso es ver en fotos y videos a los médicos, enfermeros… usando estos medios. No existe mejor combustible para seguir fabricando”, concluyeron.
Rudy produce entre 15 y 20 diarias y tiene otras piezas en desarrollo: “le dedico de 12 a 15 horas diarias y el espíritu competitivo de este grupo nos ha hecho que realicemos un gran esfuerzo y fabriquemos mucho más”.
Por su parte Yohan Wilcox en Camagüey se acercó a la Dirección Provincial de Salud donde le recomendaron buscar apoyo en el gobierno del territorio. Su idea fue bien acogida y respaldada y para su sorpresa los intereses en la tierra de los tinajones también abarcaron otros sectores, donde sus trabajadores se exponen al contagio por el nuevo coronavirus.
Otro medio en producción es el guarda-orejas o salva-orejas que en Europa tienen mucha aceptación. Este es una extensión para los elásticos del nasobuco para que no ejerzan presión detrás de las orejas y alivien las consecuencias de 4 o 5 horas de uso de la mascarilla por el trabajador de la salud.
Durante las últimas semanas, personas de todas las profesiones y entusiastas de la tecnología han aportado su grano de arena, sus consejos, aunque muchos no posean impresoras.
“Trabajamos en un grupo más privado porque hay un exceso de información, la llamada “infodemia” y el que algunos busquen protagonismo individual pudiera echar por tierra el trabajo. No es necesario ni el show ni el aspaviento para apoyar y ayudar. No se trata de protagonistas ni de superhéroes, se trata de trabajo colaborativo”, agregó Bajuelos.
Cada visera se tarda entre 40 minutos y 1 hora dependiendo de la máquina y los parámetros de impresión. En términos industriales es mucho tiempo, pero ¿qué pasaría si en cada hospital hubiera una máquina de bajo costo?, ¿qué pasaría si las instituciones pudieran fabricar in situ varios medios de protección, incluso personalizados para las características fisionómicas de cada especialista? Todo ello sin los retos de la transportación, el almacenamiento y sin pasar por las cadenas de valor que impone el mundo globalizado.
¿Qué significaría entonces la impresión 3D para un país casi sin acceso a los sistemas globales de suministros y lleno de sanciones brutales por parte del gobierno de los Estados Unidos? Las viseras y otros modelos podrían ser algunas de las sonrisas que nos imprimirá el futuro.