La sangre de José Antonio Echeverría señaló el camino de la libertad
Santa Cruz del Sur, 13 mar.- Murió baleado por los sicarios de la tiranía de Fulgencio Batista el dirigente universitario José Antonio Jesús del Carmen Echeverría Bianchi. Su joven cuerpo inerte, lleno de sangre, lo cubrió de flores una amiga suya, para imortalizarlo más.
El alumno de la carrera de Arquitectura en la Universidad de La Habana, presidente nacional de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y máximo jefe del Directorio Revolucionario (DR), quería ver a Cuba libre de opresión.
Junto a sus leales camaradas de ideas y lucha, planifica el asalto al Palacio Presidencial para el 13 de marzo de 1957 a fin de ajusticiar al tirano Fulgencio Batista y tomar la emisora Radio Reloj ese propio día.
Se comienza el reclutamiento de hombres y el imprescindible acopio de armas para realizar acciones, que contó con una estrategía bien definida, no exenta de contratiempos.
José Antonio se había entrevistado con Fidel Castro el 29 de agosto de 1956, durante el exilio del máximo líder del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y sus compatriotas en México, para la posterior expedición y continuación de la lucha armada.
En la hermana tierra el joven cardenense suscribe con el que sería tiempo después el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, la Carta de México, de esa manera quedando hermanados en la lucha el M-26-7 y el estudiantado cubano.
Al encontrarse frente a los micrófonos del estudio de la emisora Radio Reloj y de acuerdo con el tiempo de acción coordinado, Echeverría Bianchi dio a conocer al pueblo de la Isla que el DR le había dado el tiro de gracia al régimen de oprobio.
Luego el líder estudiantil se dirige hacia la Universidad, siendo interceptado por un auto de la policía de la dictadura. José Antonio dispara con el revolver que le había quitado a un soldado hasta caer abatido por ráfaga de ametralladora.
En su testamento político, fechado el propio 13 marzo de 1957, el valiente martiano expresó: “Si caemos que nuestra sangre señale el camino de la libertad…”
La senda de la lucha se ensanchó, como auguró, para dar lugar a la victoria definitiva.