La madre naturaleza en un pestañazo

Estar debajo de una cascada y que el agua se sienta tan fría que te duelan hasta los huesos. Resbalar con los pies descalzos en piedras teñidas por el tiempo y ver algún pez indescriptible jugar entre tus dedos.

Debajo del agua. Debajo del agua hay tanto. Arriba también. La sombra que solo se da debajo del árbol más antiguo. El fresco y los rayos del sol entre las hojas. Las flores cayendo en verano o primavera, de esas cosas locas tan propias de nuestras estaciones.

Los rayos del sol tiñéndolo todo. Siempre hay algo místico en la pareja que forman el tono naranja de un atardecer y el verde de una montaña o el azul del mar.

Ella, sí, ella, la madre naturaleza, tan imponente y sencilla. Y nosotros aquí, creyéndonos que conquistamos el mundo. Nosotros que llegamos después. Ella que lo creó todo y lo seguirá haciendo después, contigo o sin ti.

En los últimos tiempos, inundaciones, incendios y olas de calor ocurren unos detrás de otros, sin darnos siquiera tiempo a pestañear. Sin embargo, seguimos viviendo, sin darnos cuenta que en ese pestañazo se nos va un poco la vida. No la demos por segura, no es infinita. Se recompondrá, pero, quizás, nosotros ya no estaremos ahí para pestañear.

¿En cuanto tiempo se teje una telaraña? Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

En Cuba existen más de 100 especies autóctonas de orquídeas. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

La Sierra del Rosario, desde el Mirador de Soroa. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Cuba es un punto clave de biodiversidad en la región. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Senderos. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Cerca de la costa huele a mar y descansan las gaviotas. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Cerca de la costa huele a mar y descansan las gaviotas. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Los rayos del sol tiñéndolo todo. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Begonias. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Valle de Viñales. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.