Fusilamiento de los estudiantes de Medicina, un crimen aún impune
Santa Cruz del Sur, 27 nov.- La crueldad de la metrópoli española quitó lo más preciado, la vida, a ocho estudiantes de Medicina de la Universidad de La Habana, hace exactamente 152 años. Fueron acusados falsamente de haber profanado la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón.
La crudeza del sistema imperante en Cuba en aquella época crecía de manera desmedida. Uno de los penosos ejemplos fue el acontecimiento del 27 de noviembre de 1871 a causa de la exigencia de los uniformados voluntarios.
Aunque no existían pruebas para tal inculpación, los jóvenes estudiantes fueron sometidos a juicio sumarísimo y condenados a prisión. Pero no era lo deseado por los frenéticos voluntarios. Reclamaban con desmedidos gritos la sangre de los acusados.
La impotencia de las autoridades españolas se puso de manifiesto, temerosas de perder el poder. Un nuevo juicio fue realizado condenándose a prisión a varios estudiantes de Medicina y otros ocho fueron escogidos al azar.
El oficial español Federico Capdevila actuó como abogado defensor. Con valiente actitud preguntó a los integrantes del tribunal, dónde constaba el delito por el que se incriminaba a los inocentes. “Convencido estoy, dijo, de que todo está en la imaginación obtusa de un grupo de sediciosos”.
A pesar de todo lo expuesto por el decoroso Capdevila, Anacleto Bermúdez, Ángel Laborde, José Marcos Medina, Pascual Rodríguez, Alonso Álvarez de la Campa, Carlos de la Torre, Eladio González y Carlos Verdugo, recibieron los impactos de las balas cargadas de pólvora y odio.
En cada estudiante cubano de Medicina está el rechazo al horrendo crimen. Ellos honran a aquellos dignos jóvenes siendo mejores revolucionarios, preparándose para atender con amor y esmero a cada paciente que así lo necesite.
(Imagen tomada de la página web del periódico camagüeyano Adelante)