Estampas habaneras. La Giraldilla

La Habana, Cuba. – La ciudad caribeña que en todo el planeta se conoce como La Habana, capital del archipiélago cubano, no solo es hermosa, sino además tiene entre sus atributos poseer una interesante historia, plena de curiosidades y detalles.

Estos se encuentran en cualquier esquina o hasta en el techo de alguna de sus fortalezas, como es el caso de La Giraldilla.

En sus inicios, la hermosa plaza marinera nació junto a la costa Norte, y su fundador, el Adelantado Don Diego Velázquez, la denominó San Cristóbal de La Habana.

Aunque a nuestros días no han llegado muchos datos probatorios de su historia, por haber desaparecido desde hace varios siglos los libros de Cabildos, anteriores al año mil 550, sí quedan las hermosas leyendas en las que se han incluido las realidades existentes y lo que sumó el imaginario popular.

Historia de amor y poder

Viejas historias, con una gran dosis de oralidad, recogen que en mil 538 el Rey de España nombró Capitán General de Cuba y Adelantado de La Florida a Hernando de Soto.

Este se ganó la confianza del soberano por el coraje y audacia desplegados en la expedición a Panamá, y la conquista de Nicaragua y Perú.

Enseguida, Don Hernando trajo a Cuba 10 naves y mil hombres, y luego de tomar posesión de su cargo en Cuba, sin pérdida de tiempo, nombró Gobernadora de la mayor Isla del Caribe a su esposa, Isabel de Bobadilla.

Con 900 hombres y 9 naves, De Soto se fue a La Florida, para afianzar el poder de España en ese territorio norteño. Llegó a la bahía de Tampa, atravesó el territorio que hoy ocupa Georgia, y el 8 de mayo de mil 541, descubrió el río Mississippi y lo cruzó al año siguiente.

La Giraldilla, leyenda de amor

En mayo de mil 539 salió de La Habana hacia La Florida el Gobernador Hernando de Soto, al frente de una expedición con la orden de conquistar tierras y hallar la Fuente de la Juventud.

Su esposa Isabel de Bobadilla fue nombrada Gobernadora, aunque solo usaba su tiempo en ojear el horizonte desde el Castillo de la Real Fuerza, deseosa de ver las naves que pudieran traer de vuelta a su amado.

Al saber su historia, el escultor Jerónimo Martín Pinzón creó en el siglo XVII una bella figura de mujer, a la que nombró La Giraldilla.

Lleva una palma en la mano derecha y en la otra la Cruz de Calatrava, a la que perteneció el Gobernador. La hermosa escultura se fundió en bronce y está situada en lo más alto del Castillo de la Real Fuerza.

(Tomado de Radio Reloj)