El zunzuncito: nuestro más pequeño tesoro
Por Darilys Reyes Sánchez
Todavía la certeza nos confunde. Es decir, que en Cuba tenemos el ave más pequeña del mundo, nos queda claro; pero en ocasiones trocamos las referencias porque no es el zunzún, sino el zunzuncito (son diferentes) quien convierte a la Isla en un hito de la ornitología mundial.
Coincidimos comúnmente con el más grande, el Chlorostilbon ricordii, de entre 10 y 11 centímetros de largo y un plumaje verde metálico, al que los cienagueros suelen llamar Esmeralda. El epíteto responde a su nombre científico, chlorostilbon, cuya traducción en griego significa “esmeralda árabe”, por el cual los angloparlantes lo bautizaron como el Cuban emerald. Quizá el continuo roce con naturalistas de este origen familiarizó a los cienagueros con la nueva definición.
El zunzuncito (Mellisuga helenae), en cambio, mide apenas 5 centímetros del pico a la cola y no alcanza los dos gramos de peso: casi la mitad del Esmeralda. El macho es más pequeño y colorido que la hembra y, en planos comparativos para ganar en claridad, es más probable confundirlo con una abeja que con otra ave.
Esta especie la descubrió el naturalista y científico alemán Juan Cristóbal Gundlach, en el año 1844. Su población más estable reside en la Ciénaga de Zapata, aunque también se le encuentra en número considerable en la Península de Guanahacabibes, la Sierra del Rosario, la Sierra de Najasa y en el extremo más oriental de la Sierra Maestra. No está en peligro de extinción, mas se le considera una especie vulnerable por su marcada localidad.