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El rostro femenino de la virología en Cuba

El debut de la hoy doctora en Ciencias María Guadalupe Guzmán Tirado, con 29 años, en la jefatura del laboratorio de Arbovirus del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) no pudo ser más traumático.

Eran los días finales de mayo de 1981 y el gran reto para la ciencia cubana era identificar el virus que originó aquella rara y angustiante epidemia, llamada después dengue hemorrágico, causante del fallecimiento de 158 cubanos, de ellos 101 niños.

«La epidemia nos tomó por sorpresa. No sabíamos, al principio, a qué nos enfrentábamos ni por qué aparecían tantos casos graves con cuadros hemorrágicos. Fue explosiva la manera en que se propagó a lo largo y ancho del país, al extremo de afectar a unos 344 200 pacientes en poco más de cuatro meses.

«Esa batalla fue mi gran escuela, me hizo crecer como viróloga y persona. Si bien fueron jornadas de mucha tensión y desvelos, tuve el inmenso privilegio de participar en el aislamiento e identificación del virus dengue tipo 2, al lado de dos eminentes figuras de la ciencia y la medicina cubana, los doctores Pedro Más Lago y Gustavo Kourí Flores, mi compañero en lo profesional y en la vida por más de 30 años».

Según explica la también investigadora y profesora titular, trabajar en el estudio de cuanto virus enfrentó a lo largo de su trayectoria laboral, siempre le ha resultado fascinante.

«Es un inmenso reto lidiar con organismos biológicos tan pequeños, todos diferentes, que mutan (cambian) como parte de su ciclo evolutivo natural y que pueden enfermar a miles de personas. Lograr caracterizarlos y comprender por qué, en ocasiones, los cambios ocurridos en su secuencia de adn o arn (según el virus) favorecen sus capacidades de adaptación y réplica, nos obligan a prepararnos mejor cada día».

En la actualidad, Guadalupe Guzmán es directora del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia del IPK, y también del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS)/Organización Panamericana de la Salud (OPS) para el dengue y su control.

Además, presidió la Red de Laboratorios de Diagnóstico y Arbovirus de las Américas (Relda) de 2010 a 2018, y es académica de mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, y de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo (TWAS), así como presidenta de la Sociedad Cubana de Microbiología y Parasitología.

Integró, además, el Comité Asesor de Vacunas para Dengue de la OMS, organismo que en 2021 la incluyó en el Grupo científico asesor sobre el origen de nuevos patógenos, como es el caso del coronavirus SARS-COV-2, causante de la COVID-19.

La doctora Guzmán Tirado fue una de las cinco mujeres laureadas recientemente con el Premio Internacional La Mujer y la Ciencia 2022, que otorga la Fundación L’Oreal y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y la primera científica de la región del Caribe en recibir tan alta distinción.

De acuerdo con el comunicado emitido por la Unesco, la investigadora cubana mereció el galardón por sus aportes mundiales en el conocimiento del dengue, sus síntomas, tratamiento y prevención.

DE LA ASTRONOMÍA A LA VIROLOGÍA

Cautivada por la belleza del firmamento nocturno y la lectura de libros sobre la temática, Guadalupe Guzmán soñaba de niña con ser astrónoma y llegar a descubrir alguno de los tantos enigmas sin descifrar, vinculados con el origen del universo.

Al terminar el preuniversitario, matriculó la Licenciatura en Matemáticas, en la Universidad de La Habana (septiembre de 1970), con la esperanza de que, a través de las ecuaciones y los números, pudiera cumplir el esbozado anhelo de adentrarse en el mundo de la astronomía.

Pronto tuvo la convicción de que ese no sería su camino en la vida y decidió probar con otras carreras. Luego de valorar varias opciones, incluida la de convertirse en aeromoza, finalmente se vio literalmente «obligada» a estudiar medicina, pues era la única en aquella época que admitía nuevos ingresos después de comenzado el curso.

Sin proponérselo se vio vistiendo la emblemática bata blanca en las aulas del entonces nombrado Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón.

No habían pasado tres meses cuando la vivaz muchacha conoció de una convocatoria para pasar cursos paralelos en diferentes especialidades de las ciencias básicas, cuya finalidad radicaba en captar a estudiantes con interés hacia la ciencia.

Como rememora en su conversación con Granma, «me inscribí de inmediato en uno de ellos, porque lo que me gustaba de verdad era la investigación y no la labor asistencial con el paciente».

Pronto quedó «atrapada» por las observaciones de virus en los laboratorios del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (cnic). Graduada como médico en diciembre de 1977, luego se formó allí en las especialidades de Microbiología y Virología, hasta que, en septiembre de 1980, pasó al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).

CREDENCIALES DE UNA RELEVANTE CARRERA

Nacida el 19 de enero de 1952 en La Habana, la doctora Lupe (así le llaman sus familiares, amigos y compañeros de trabajo) es una de las voces autorizadas a nivel mundial en la virología médica y, de manera particular, en el conocimiento del dengue.

Autora de más de 400 artículos científicos y editoriales, seis patentes y 20 capítulos de libros ha obtenido numerosos premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba y del Ministerio de Salud Pública.

A sus siete décadas de vida, Guadalupe Guzmán mucho le agradece a su mamá por inculcarle, desde pequeña, la importancia de estudiar y ser una mujer independiente. No concibe la vida sin el IPK, y sin su grupo de trabajo de dengue y virología.

Para quienes le han visto desenvolverse tan bien en la televisión y otros medios, les resultará difícil asimilar que, de joven, la doctora Lupe era muy tímida y le agobiaba hablar en público.

«Fue mi esposo, el doctor Gustavo Kourí Flores, la persona que me hizo enfrentar y superar el miedo escénico. A él le debo gran parte de los resultados que he logrado en mi carrera profesional. Nos entendimos muy bien en la relación de pareja y en el trabajo, en el cuidado y formación de nuestro hijo Pedro, hoy médico también».

«Nunca dejó de apoyarme en las investigaciones, aun cuando tuviera un criterio diferente al mío en determinado contenido, sus enseñanzas siempre me acompañarán».

(Tomado de Granma)