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Dualidad y analogía de dos fenómenos meteorológicos en Cuba

CAMAGÜEY.- En el 2008 el huracán Paloma azotó a Santa Cruz del Sur, un día antes de cumplirse 76 años cuando el ciclón de 1932 con un mar de leva arrasó ese poblado  y provocó la mayor catástrofe natural de Cuba, dejando más de tres mil muertos.

Paloma no reportó ningún fallecido, pero sí daños por más de 300 millones de pesos, principalmente la pérdida de casi todas las viviendas del poblado de La Playa, en el mismo litoral. Dos años después se inauguraba una nueva comunidad, en una zona segura, con confortables apartamentos en edificios multifamiliares para los damnificados.

Hoy cuatro de octubre, pero exactamente 53 años atrás, el huracán Flora penetró por la provincia de Oriente, tras amenazar con su trayectoria, igual que ahora lo hace Matthew, a los territorios de las antiguas provincias de Camagüey y de Oriente.

El meteoro entró por el extremo oriental con categoría tres en la escala Saffir-Simpson y siguió un tortuoso desplazamiento hacia el centro de Oriente, describiendo un lazo cerca de la ciudad de Bayamo,  para salir al Golfo de Guacanayabo.

Volvió a tierra por Santa Cruz del Sur y siguió con rumbo norte para girar al este en el centro de Camagüey,  con vientos de hasta 140 kilómetros por hora. Finalmente, salió el día ocho al Atlántico por una zona intermedia entre las hoy provincias de Las Tunas y Holguín.

Provocó la segunda peor catástrofe de Cuba al dejar más de mil 700 muertos y mil 840 milímetros de lluvia en 93 horas, que provocaron enormes inundaciones y extraordinarios daños en viviendas y a la economía, al registrar vientos de hasta 225 kilómetros por hora, según datos del sitio web del Instituto de Meteorología de Cuba.

Fueron tres días de azote en 1963, y el país no contaba aún con el sistema de embalses que hoy permite recolectar las riadas de los huracanes e intensas lluvias, ni tampoco el  desarrollo del sistema de prevención de la Defensa Civil.

Pero no faltó la  inmediata acción del Ejército Rebelde, que desplazó sus recursos como helicópteros, anfibios y camiones, oficiales y soldados, en función del rescate y salvamento de miles de personas, que estaban en zonas incomunicadas y de inundaciones, que pudieron también morir.

En medio del riesgo aún de la tormenta y los grandes desbordamientos de ríos, el líder de la Revolución, Fidel Castro, dirigió personalmente las operaciones de rescate de personas, desde un anfibio en medio de un agigantado río Cauto que llegó hasta 20 kilómetros fuera de su cauce.

Muchas de aquellas terribles jornadas hoy no se recuerdan, pero fueron páginas de valor y solidaridad que protagonizaron miles de personas, incluidos los valerosos pilotos de helicópteros rescatando familias varadas
sobre los techos de viviendas, o los soldados de los anfibios entrando en zonas desconocidas y de aguas profundas, para igualmente salvar seres humanos.

Trabajos intensivos, de día y de noche, apoyaron miles de movilizados y voluntarios durante tres, cuatro y hasta cinco días de aguaceros que no paraban en todo Oriente y Camagüey, en medio de aquel infierno que fue el Flora. Al bajar las aguas quedaron al descubierto terribles realidades. Cadáveres de personas enganchados en ramas de árboles, cercas, a la orilla de ríos y afluentes, restos de reses y otros animales.

Fue una escena dantesca muy difícil de olvidar según testimonios de quienes lo vivieron. Gran parte de la entonces provincia de Camagüey y todo el territorio de Oriente quedaron devastados. A la par de aquellos momentos, surgió la propuesta de Fidel de crear un sistema de embalses en el país que permitiera recolectar las aguas de estos fenómenos  meteorológicos.

Solo seis presas existían en 1950 con apenas 30 millones de metros cúbicos y destinados al abasto de las ciudades de Santiago de Cuba, Camagüey, Holguín y Santa Clara.Hoy Cuba posee más de mil embalses, de los cuales 242 son administrados por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, el resto corresponden a derivadoras, micropresas, canales magistrales, estaciones de bombeo y diques.

Representan  una capacidad de recepción de más de nueve mil 600 millones de metros cúbicos, con lo cual, además de evitar la pérdida de agua al mar, garantizan el líquido al abasto de la población y la economía, y contribuyen a acumular la que viene de las riadas en épocas de intensas lluvias y ciclones.

Se ha desarrollado un sistema de protección de la población y los recursos a partir de la Defensa Civil, con la aplicación científico-técnica de la reducción de las vulnerabilidades y riesgos, que son altamente valoradas en el mundo. Las coincidencias en fechas del Flora y Matthew son solo curiosidades de este mundo, porque el triste recuerdo de aquel meteoro de 1963, nunca más se repetirá para los cubanos.

(Tomado de Adelante digital)