Al sur

[:es]Desde el silencio actuó Jefe del Movimiento 26 de Julio en poblado santacruceño [:]

[:es]

Santa Cruz del Sur, 27 jul.- Aún mantiene la costumbre de dejar desabrochado el primer botón de la camisa, como si quisiera demostrar la pureza de su alma cuando recibe visitas en la casa apartamento donde reside, sencillo hogar integrado a la estructura de uno de los edificios del tipo biplanta, construido hace mucho tiempo en la zona en desarrollo urbano de este territorio.

Luis Enrique Ley Herrera, tiene genes asiáticos, pero mucha potencia revolucionaria: “Porque soy cubano”, manifestó sentencioso. Este combatiente de la Revolución Cubana a quien no le satisface hablar de sí mismo llegó a ser uno de los jefes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en el poblado Santa Marta (actual Cándido González).

“A mi me dirigía un compañero llamado Rogelio Aróstegui, quien era motorista de un coche motor que transitaba por la vía ferrea Camagüey-Santa Cruz del Sur”, comentó en mesurado tono.

El entrevistado se integró a esa forma de lucha a mediados de 1957. A su vez ayudada al padre en una fonda. El negocio particular fue a la quiebra, encontrando trabajo en el restaurante propiedad de Pedro Villalonga.

Ley buscaba las horas libres para cumplir las orientaciones recibidas de Aróstegui: “Repartía bonos del “26” y propaganda revolucionaria. Después me indicó quemar un puente de madera en la ruta señalada del ferrocarril. Así lo hice, elegí el ubicado entre el ramblazo y La Yaya”.

Uno de los integrantes del núcleo rector del M-26-7 en estos predios, el activo  sindicalista Manuel Agustín Estévez, le pidió al entrevistado subordinarse a su dirección. “Lo consulté, dijo, con  Rogelio. Él aceptó”.

Al alzarse José Oquendo, el líder del Movimiento en Santa Marta, rematado tiempo después por fuerzas de la dictadura al ser capturado gravemente herido en la emboscada hecha en la zona de Pino Tres a la Columna rebelde número 11 Cándido González, la  encubierta tarea la comenzaron a dirigir Rafael Gutiérrez (El Curro) y Marcelo Pérez de Quesada. “Ejecutaba las orientaciones dadas por ellos, puntualizó, pero mantuve el contacto con Rogelio Aróstegui.

A través de un mensajero se entera de la presencia del Capitán Benitez, al mando de una tropa del Ejército Rebelde, en los montes de Meso, cercanos a la comunidad de Forestal. “Varios barbudos estaban enfermos, incluyendo el médico que los atendía. Se me ordenó, rememoró, buscar un galeno en Santa Marta. Trasladé hasta allá a Guillermo Trebejo; también les entregué ropas, zapatos, azúcar y queroseno”.

El Curro y Pérez de Quesada también tomaron rumbo hacia la manigua para continuar la batalla vestidos de verde olivo. Benítez le encarga a Ley ser el jefe de esa célula, que había quedado sin guía. “Asumí la misión confiado en la futura victoria”, aseveró

Luis Enrique formó parte de una lista de sospechosos por conspiración, documento escrito por los esbirros de la comarca donde desde el silencio, actuaba. “Podría haber quedado en el camino, sin embargo la suerte me tuvo en cuenta. Si hubiese caído, ni en los estertores de la muerte habría quedado sin repetir la frase del himno nacional: ¡Morir por la patria es vivir![:]