Cuba, vencer a la Covid-19 y reactivar la economía

La Habana, 2 jun.- Imaginar que Cuba podría soportar más de dos meses sin disponer de los ingresos que le aporta el turismo, sería impensable para muchos, incluso entre no pocos cubanos.

 

Pues es lo que sucede desde el 24 de marzo, cuando el gobierno cubano cerró puertos y aeropuertos a los visitantes extranjeros para cortar los contagios de la Covid-19 en la isla.

Aquella decisión no fue cualquier cosa. El turismo es uno de los principales motores de la economía cubana, y sobre todo aporta dinero constante a la caja ‘chica’ del país.

La frase es del presidente Miguel Díaz-Canel, quien en círculos cerrados y más abiertos ha reconocido que cuando no hay de dónde, esa industria aporta para las emergencias y coyunturas.

No habría que suponer que el escribidor está publicando algo novedoso, pero la verdad es que las autoridades cubanas son cautas a la hora de divulgar datos económicos.

Y ello se justifica por la férrea persecusión a los nexos de la isla con el mundo por la política de bloqueo económico, financiero y comercial ejercido por casi 60 años por Estados Unidos contra Cuba.

Son categorías que utiliza el gobierno cubano, incluso en Naciones Unidas, y que pudieran quedarse cortas cuando añades el impacto en la salud, como ocurre en tiempos de la expansión del nuevo coronavirus.

Apenas un ejemplo: en los inicios de la actual coyuntura, Cuba encargó respiradores artificiales a dos empresas que declinaron su entrega previamente acordada, luego que fueran compradas por una firma de Estados Unidos.

Como resultado los pacientes cubanos de la pandemia no pueden contar con esos aparatos que oxigenan y salvan vidas, lo cual obligó al gobierno a buscar alternativas, incluso más costosas.

También este es el escenario que Washington escoge para intentar denigrar la cooperación médica cubana, que ha alcanzado a más de 160 naciones del planeta en los últimos 56 años.

Esa cooperación se ha reeditado con el envío por la nación caribeña de 24 brigadas de especialistas de la salud comprometidas en el enfrentamiento a la Covid-19 en 22 países.

A la par, el presidente Donald Trump decidió desconocer a la Organización Mundial de la Salud, en medio de la pandemia, y en el momento en que el organismo internacional advirtió que precisa de 900 millones de dólares para llegar a países pobres, donde la pobreza y la enfermedad pueden resultar fatales.

Resulta este el escenario en el que Cuba reportó en la última jornada 38 nuevos casos de la enfermedad y sus habitantes, acostumbrados a cifras inferiores en las últimas semanas, suspiraron con algo de desesperanza.

Sin embargo, la batalla contra la Covid-19 es algo de todos los días en Cuba, con el presidente Díaz-Canel dedicado a lleno, incluso sacando cuentas y fondos para mantener un país que antes dependía del azúcar, y que hoy se puede ufanar, aunque no lo haga, de conseguir resultados exitosos contra la enfermedad.

Ello sin que arriben turistas en la isla, aunque sus hoteles y empresas turísticas, incluido el sector privado, se alistan para poner otra vez a Cuba en el mapa del turismo mundial. Pero ello no sucederá hasta que la nación caribeña se declare libre del nuevo coronavirus, pues la enfermedad continúa su avance en nuestra vecindad, en particular Estados Unidos, junto a Brasil devenidos epicentros de la pandemia.

Eso quiere decir que por lo pronto Cuba no podrá reabrir sus hoteles al turismo internacional y hoy muchos de los trabajadores de esa industria están reubicados laboralmente, incluso en tareas de apoyo al combate a la Covid-19.

Otros, entre tanto, laboran en el remozamiento de las instalaciones turísticas para cuando se levante el banderín.

Resulta indudable que la pandemia tiene y tendrá un fuerte impacto negativo en la economía cubana y mundial. Pero para la isla el golpe es mayor por el doble efecto que produce el recrudecimiento del cerco aplicado por Estados Unidos.

Sin embargo, Cuba resiste y se prepara para la etapa post Covid-19, con estrategias para reactivar la actividad económica, incluidos cambios en su manejo y el establecimiento de prioridades.

No son los tiempos en que la mayor de las Antillas era un país monoproductor, que dependía fundamentalmente de los precios del azúcar en el mercado mundial.

Los servicios hoy resultan la principal fuente de ingresos de moneda dura, y a ello no es ajeno, entre otros logros, el desarrollo científico, en particular el alcanzado en la biotecnología aplicada a la salud.

Queda claro para la dirigencia del país que la nación caribeña está obligada a un mejor y más eficiente desempeño económico, y en ello va la estrategia marcada de la diversificación.

Es una de las tareas que deja la pandemia, más allá de que llegue el día de reiniciar la actividad turística. (Prensa Latina)