Año 61 de la Revolución Cubana: duro y desafiante
A ello se refirió el presidente Miguel Díaz-Canel en el discurso de clausura del IV período de sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional Popular, que continuó dando cumplimiento a la Constitución proclamada en abril hacia una mayor institucionalización.
El bloqueo de Washington se consolidó como el mayor obstáculo para el desarrollo de la mayor de las Antillas y lo hizo en una escalada inédita y con saña desmedida en el afán de sumir a los cubanos en privaciones de todo tipo.
Díaz-Canel refirió el ‘modo brutal, demente’, con el que el gobierno de Donald Trump escaló la agresión a Cuba, contra la que aplicó castigos y disposiciones a un ritmo que promedió más de una medida por semana.
En estos 12 meses la Casa Blanca activó el capítulo III de la Ley Helms-Burton, que abre reclamaciones judiciales en tribunales federales de EE.UU. contra quienes ‘trafiquen’ con propiedades estadounidenses nacionalizadas por la Revolución Cubana.
Más claro no podía quedar el propósito de abrir pleitos judiciales contra empresas de terceros países con inversiones en Cuba, en particular las relacionados con la industria turística.
De conformidad con el Memorando Presidencial de Seguridad Nacional de junio de 2017, ‘Fortalecimiento de la política de los Estados Unidos hacia Cuba’, el gobierno de los Estados Unidos prohíbe las transacciones financieras con numerosas empresas cubanas registradas en una lista negra que creció de manera continua este año.
A la par, toda una retahila de prohibiciones, decretos y acciones por las cuales se cancelaron, restringieron o prohibieron, cruceros, vuelos, remesas, servicios médicos, financiamientos, transportación de combustible y seguros.
No queda proyecto o acción revolucionaria ajena a la difamación, enfatizó el mandatario.
Como en los ‘buenos tiempos’ de la Guerra Fría, Washington acudió a etiquetas mentirosas y acusaciones burdas para culpar a Cuba de ser un factor de inestabilidad y amenaza para la región.
La Casa Blanca le endilga a Cuba la resistencia del proceso bolivariano en Venezuela y del gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.
Según Trump y sus halcones la pequeña isla caribeña contribuyó a que en Nicaragua el gobierno sandinista venciera una intentona desestabilizadora.
Son los cubanos los que están detrás de las movilizaciones sociales y protestas multitudinarias en países como Chile y Colombia, donde la población enfrenta en las calles las políticas neoliberales que les empobrecen.
El colmo ha sido el ataque descarnado contra la colaboración médica que miles de profesionales de la salud prestan en decenas de países, siemre mediante acuerdos con los gobiernos que solicitan esos servicios, de alto valor humanitario.
Bajo tales mentiras EE.UU. adoptó durante 2019 numerosas disposiciones dirigidas a sabotear el comercio exterior de Cuba y a obstaculizar las transacciones financieras con terceros países.Ello incluyendo pagos, cobros y posibilidades de créditos.
‘Buscan interrumpir los suministros de la industria nacional, limitar el acceso a la tecnología y a las fuentes de capital y de ingresos económicos, con acciones específicas contra el transporte de combustible, el turismo y los servicios internacionales de salud, denunció Díaz-Canel.
En octubre y noviembre los cubanos enfrentaron escases de combustible por la persecusión emprendida el gobierno de Trump, empeñado en impedir los embarques de portadores energéticos.
Resulta una conducta sin precedentes, por la cual Washington se jacta de amenazar, perseguir y castigar de manera ilegal a más de 10 compañías y decenas de tanqueros de terceros países que transportan petróleo a Cuba.
Actos de cobarde piratería, sentenció el gobernante ante el Parlamento.
Las perdidas están por cuantificar, pero solo de abril de 2018 hasta marzo de 2019 las afectaciones provocadas por la política de bloqueo sumaron cuatro mil 343,6 millones de dólares.
Como dijera el presidente de Cuba: nos tiraron a matar, y estamos vivos. (Prensa Latina)