Crisis global, cuestión de alquimia mediática
Hay que reconocer que en eso de crear imágenes y fijar estereotipos, la competencia es muy seria en el universo propagandístico e informativo imperial.
No importa se trate de cuestiones elementales, claras, evidentes. Siempre se las arreglan para bombardear las entendederas masivas con visiones y percepciones acordes con sus intereses, de manera que hasta la realidad más cruda se asuma con tintes diferentes.
Es el caso de la forma en que se aborda la debacle económica global, cuya cuna radica precisamente entre los vericuetos de Wall Strett. Desde allí los grandes especuladores tejieron un loco escenario que llevaron hasta el más explosivo extremo, y la desgracia llovió entonces sin remedio sobre el resto del planeta.
Pero ni entonces ni ahora el reflejo de la crisis se ajusta a lo que realmente suena. Los propagandistas han rebuscado sus fórmulas para intentar frenar descontentos masivos, actos de desesperación, y reflejos “objetivos” de lo que acontece.
Por esa vía, luego de instantes de desasosiego, se ha venido insistiendo con fuerza en hablar de que lo peor de la recesión está de paso, y de alguna manera los gastos multimillonarios para subsidiar a los culpables del caos empiezan a dar sus resultados.
Las barajas se mueven con toda la mala intencionalidad del mundo, y si no hay noticias positivas para apuntalar el sueño de la vuelta a una cercana prosperidad, se aprovechan todas las minúsculas y circunstanciales variaciones en los agobiados mercados, en las tasas de empleo, o en el ritmo productivo.
Se insiste con estudiada sonrisa en que los saldos “son menos malos” que los esperados, por tanto todo va viento en popa.
Y esa alquimia tiene resultados palpables. Los precios del petróleo, por ejemplo, que de casi 150 dólares el barril a mediados de 2008 cayeron a poco menos de 33 dólares en diciembre de ese año, hoy se colocan por encima de los 70 dólares, solamente a cuenta de las ya citadas fórmulas verbales y las conjeturas que de ellas infieren los “analistas” e “inversores”.
Mientras, en el mundo real, los inventarios petroleros rompen todas las cifras, sencillamente porque la crisis, que sigue andando sin mayores obstáculos, cercenó a fondo el consumo energético global.
Pero ello no importa demasiado porque los “magos” perseveran en crear firmamentos de colores para tapar el negro agujero de la depauperación global. (AIN)