Cultura

Fito Páez en Cuba sueña, canta, hipnotiza otra vez

Fito Páez en Cuba sueña, canta, hipnotiza otra vez La Habana, 2 oct .- El popular cantautor argentino Fito Páez contagió a esta capital con su vicio de soñador que ayuda a ver atisbos de felicidad, incluso en momentos de pesar.

El VI Festival de Música de Cámara Leo Brouwer sirvió de pretexto al compositor para volver a ofrecer su corazón anoche en el Teatro Karl Marx de Cuba, con las canciones que habitualmente le piden sus miles de fanáticos.

Giros, Un vestido y un amor, Ciudad de pobres corazones, Detrás del muro de los lamentos, Muchacha ojos de papel, Y dale alegría a mi corazón, provocaron coros, aplausos y expresiones de agradecimiento a un artista que siempre llega a La Habana como un amigo más.

Brouwer, extraordinario músico cubano, advirtió al principio que sería un concierto típico de un hombre atípico.

Para el mundo, este cantautor y pianista, integrante de la llamada Trova rosarina y uno de los más importantes exponentes del rock argentino, atesora cinco premios Grammy Latinos y un montón de reconocimientos.

Sin embargo, en Cuba nadie habla de esos lauros, nadie le llama por el apellido, ni siquiera le dirían señor, en cambio muchos llevan sus marcas bajo la piel y simpatizan con sus mañas de loco simpático y con las historias de suertes y desaciertos, relacionadas con las composiciones románticas, cuando -según él- era más flaco y feo.

Las letras de Páez embriagan en este archipiélago del Caribe a un público que lo conoce de antes, de antes del ayer, como reza en Mariposa tecknicolor, un tema que por lo visto nunca pasará de moda.

El intérprete cantó además La vida, de Silvio Rodríguez, y dos éxitos del también trovador cubano Pablo Milanés, que originaron ecos y lágrimas, El breve espacio en que no estás y Para vivir.

Páez, con más de 30 años de trayectoria artística, contó en este espectáculo con la colaboración del pianista cubano Aldo López-Gavilán y la Orquesta de Cámara de La Habana, junto a compatriotas suyos como Mariano Otero en el contrabajo.

Una vez más, dijo que amaba mucho a Cuba, a la Habana, a sus amigos cubanos y cuando le pidieron un extra selló la cita con Al lado del camino, para ratificar su irreverencia y al mismo tiempo el apego a las memorias, a los sentidos, aparentemente locos pero cuerdos, a juzgar por tantos seguidores.