Singular homenaje a Guayasamín (+Fotos)

Singular homenaje a GuayasamínGuayasamín es de esos artistas perseguidos por el ardid de no pocos imitadores. La candidez y sensibilidad de su obra, pero sobre todo la extravagancia de sus trazos, de sus percepciones, sus figuras de la vida y su imaginación histórica; lo convierten en uno de los acuarelistas de América Latina más referenciados.

Sin embargo, la forma en que el camagüeyano David Sánchez Prieto ha descifrado al llamado pintor de Iberoamérica, no tiene precedentes. Este joven arquitecto, con devoción por la artesanía, ha llevado del óleo al vidrio algunas de las más emblemáticas obras del ecuatoriano.

Así, ha convertido en vitrales los tres retratos que le hiciera Guayasamín a su entrañable amigo Fidel, para quien el artista “fue tal vez la persona más noble, transparente y humana que ha conocido (…) un genio de las artes plásticas, un gladiador de la dignidad humana y un profeta del porvenir”.

A estos se suman los también retratos de Raúl Castro, Simón Bolívar, el suyo propio, y otros cuadros de amplia factura reflexiva y cargados de ternura como El Grito, Niña llorando y Niñas en la ventana.

Bajo el nombre de Homenaje, estas piezas han tenido un largo itinerario por la capital cubana. En el 2011 fueron expuestas por vez primera en la Casa Guayasamín; dos años después se exhibieron en la Casa del Alba Cultural, y más recientemente en el Museo Nacional de Bellas Artes.

De manos de la delegación cubana que participó en el XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, llegaron también hasta la tierra del pintor de Iberoamérica.

Pero David tenía la deuda con su Camagüey; por eso decidió volver a mostrar sus vitrales, ahora en la Galería Caguayo, y bajo la égida de la Fundación de igual nombre.

“Exhibir la exposición en Camagüey era un anhelo pendiente, por lo que significan para mí las piezas, que me tomó dos años acabarlas, y porque sentía que debía hacer este homenaje a Guayasamín también con los camagüeyanos”.

De por qué su deferencia con el pintor ecuatoriano, comenta David que fue precisamente “el gran valor humano implícito en la obra del artista y la definición de contrastes de colores, que se presta muy bien para un vitral”; lo que lo inspiró a reproducir en vidrio algunas de sus más auténticas obras.

El propio Guayasamín decía: “Mi pintura es para herir, arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el hombre hace en contra del Hombre (…) Pintar es una forma de oración al mismo tiempo que de grito (…) y la más alta consecuencia del amor y la soledad”.

Captar la sensibilidad que traslucen las piezas de Guayasamín no es algo que pueda hacerse de hoy para mañana, ni con cualquier técnica. Por eso, David apostó por el empleo de vidrios opalescentes y traslúcidos, que unidos con vigas de plomo de variado espesor, forman un agradable tonalidad.

Como un aspecto novedoso en el arte del vitralismo se incorporan elementos a relieve; para crear una especie de efecto tridimensional en las piezas, y a la vez, dotarlas de un toque de misterio. Dicha superposición de capas fue utilizada con el propósito de resaltar aquellos elementos de la obra de Guayasamín más significativos para su deudor.

Así, por ejemplo, en la reproducción del retrato de Fidel de 1996, sobresalen esas manos largas y huesudas con que el pintor de Iberoamérica resaltó la imagen de “caballero de la triste figura” que siempre vio en el líder cubano.

Con Homenaje, y otras de sus muestras, David ha demostrado que los vitrales son también arte para innovar, para apreciar en una galería, y no únicamente para atenuar la luz. (Imágenes: Cortesía del artista)

Por Arailaisy Rosabal García/ Radio Cadena Agramonte.