Céspedes, el inmortal Padre de la Patria cubana

Céspedes, el inmortal Padre de la Patria cubana“Aún quedamos 12 hombres. Bastan para hacer la independencia de Cuba”. Así incitaba Carlos Manuel de Céspedes a sus esclavos, luego del fracaso de la primera acción liberadora que encabezó, pocas horas después de proclamar la independencia en su finca “La Demajagua”.

Y no era de esperar reacción más decidida, de un hombre que abandonó la comodidad del hogar, su posición aristócrata, sus amores de esposo y de padre, para luego entregarlo todo a la causa libertadora de los cubanos.

Céspedes nació en Bayamo, el 19 de abril de 1819, en el seno de una familia acaudalada. La riqueza de sus padres le permitió graduarse como abogado y viajar por regiones de Europa y Asia, lo que le posibilitó profundizar sus conocimientos políticos.

Ya en Cuba, y con la experiencia recibida durante su estancia en el exterior, Céspedes ve la necesidad de oponerse militarmente a la metrópoli como única vía para alcanzar la independencia de la Isla, por lo que entró en contacto con otros opositores al régimen colonial.

El 10 de octubre de 1868, preocupado por el peligro inminente de una delación y ante las vacilaciones de los patriotas de centro y occidente, proclama la independencia y da la libertad a sus esclavos, quienes también se unieron a la causa revolucionaria.

Entre las principales acciones que acometió Céspedes destacan el ataque a Yara, combate que constituyó el primer revés de los insurrectos; la toma de Bayamo, ciudad declarada capital provisional y sede del Gobierno de la Revolución, donde fundó el periódico “El Cubano Libre”. Años más tarde firma el decreto sobre la esclavitud, que liberaba a los esclavos que se incorporaran a la guerra.

Aciertos y desaciertos acompañaron a este prócer cubano al fragor de la Guerra de los Diez Años. Contradicciones necesarias e incomprendidas rodearon su figura, moldeada de azúcar y de hierro en pos de una república libre y soberana.

Víctima de diversos ataques en el seno de la joven revolución que él iniciara, fue depuesto de su cargo de Presidente por los miembros de la Cámara de Representantes y obligado a permanecer en condiciones extremadamente difíciles y peligrosas.

Sus últimos días le auguraron un final infausto, una vez abandonado sin guardia alguna en la finca San Lorenzo, emplazada en la Sierra Maestra, donde sostuvo su último combate el 27 de febrero de 1874.

La nación perdía a uno de sus hijos pródigos, al hombre que sin dudas, sería bautizado por la historia, como el inmortal Padre de la Patria. Por Airam Fernández Casas/ Radio Cadena Agramonte.