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Una nueva vida

Una nueva vida, por Edel Blanco DuartePor: Edel Blanco Duarte*

Hace pocos días conversaba con mis padres sobre la nueva etapa que comenzaba en mi vida, la del trabajo. De repente, surgió en mi mente una polémica bastante recurrente entre quienes estamos a punto de cruzar el puente que conecta la escuela con el mundo laboral.

¿Qué he hecho todos estos años? ¿De qué me han servido y para qué me servirán los años de escuela? ¿Qué conexión existe entre lo aprendido y lo que aprenderé en mi trabajo? Las respuestas parecen obvias; sin embargo, durante largo tiempo, y al contrastarla con mis primeros días como profesional, la visión imperante fue pragmática, despojada de todo artificio sensible.

Como todo ser humano, siempre veía el mañana lejano, en el cual saldría de la universidad y me dedicaría a la búsqueda y publicación de noticias, para −poco a poco− adaptarme al rigor que exige el trabajo diario. Pensé también, en el salto que se produciría en mi mente entre lo teórico y lo práctico, en el abrupto tránsito desde los rigores relativos del estudio hasta los deberes absolutos y casi sagrados de un hombre de trabajo.

Lo cierto es que la vida cambia con el paso del tiempo, pues lo que ayer era tiempo de ocio y despreocupación, hoy se torna en un serio cuadro de encargos y responsabilidades de trabajo.

Cambiar la rutina no resulta nada fácil, y menos ahora que somos más protagonistas que nunca de nuestra historia, pues una decisión mal tomada implicaría problema venideros.

No se trata de vivir solo el momento y ya, sino sentir un orgullo personal por lo que somos y seremos, sin que esto nos impida caer en conformismos de ningún tipo de todo cuanto debe ser.

Siempre valdrán la pena los años de academia y otro tipo de enseñanza; al igual que servirán las experiencias venideras por los caminos de hombre adulto, con una juventud que es, en esencia, lo que uno mismo aspire.

*El autor es recién graduado de Periodismo y trabaja en Radio Santa Cruz)