¿Imagen de elefante en Marte?
Desde que se lanzó en el año 2005, la MRO (Mars ReconnaisSance Orbiter), la sonda que se encuentra explorando Marte, nos ha enviado todo un cargamento de datos y fotografías interesantes gracias a su potente cámara HiRISE.
Después de sorprendernos capturando tornados con más de 20 kilómetros de altura, en esta ocasión la imagen que nos envía desde el planeta rojo, además de su interés geológico, tiene también su parte divertida y curiosa puesto que en ella aparece la silueta de un elefante al más puro estilo de los dibujos de Walt Disney.
Si os fijáis bien, podréis distinguir sin problemas la cabeza, el ojo, la boca y por supuesto su larga y característica trompa. En efecto, casi podemos decir que Dumbo ha llegado a Marte.
Evidentemente lo que estamos viendo es un simple efecto óptico fruto de la superficie y orografía del terreno fotografiado. En realidad las líneas que dibujan a nuestro elefante no son más que cauces de lava secos que el tiempo ha ido formando en esa región volcánica conocida como Elysium Planitia.
Y es que, como ya nos ha demostrado en muchas ocasiones, Marte es un planeta engañoso.
Empezando por uno de sus primeros estudiosos, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli que ya en 1877 mientras miraba por su telescopio creyó ver canales construidos por alguna civilización. El tiempo y el avance hacia nuevos y mejores telescopios desvelaron que lo que Schiaparelli creyó canalizaciones y estructuras acuáticas en realidad eran accidentes orográficos.
Por supuesto, seguro que también habréis escuchado algo sobre la famosa cara de Marte.
En el verano de 1976 la sonda Viking 1 tomó una fotografía a una altura de unos 1.800 kilómetros sobre la zona marciana de Cydonia.
Aquella foto se hizo muy popular entre los círculos y foros pseudocientíficos y ufológicos que la esgrimían como ejemplo de que en Marte existía vida extraterrestre.
De nuevo fue la tecnología quien puso las cosas en su lugar, puesto que en 2001 la Mars Global Surveyor, una nueva sonda más avanzada y con mejor resolución, volvió a tomar una fotografía de aquella meseta quitándole todo el misterio y mostrando que se trataba nuevamente de un efecto óptico de sombras y relieves.
La última de estos efectos ópticos, conocidos como pareidolias, lo pudimos vivir hace poco tiempo y nos llegó de la mano del Rover Spirit. Quizá lo recordéis porque llegó a las portadas de muchos medios con el título de “La sirenita de Marte”.
Por supuesto, se trataba de un nuevo engaño de la perspectiva y las formas sinuosas del planeta rojo, y en realidad aquella sirenita tan solo eran unas formaciones rocosas con una figura similar a la célebre escultura de Copenhague.
Así funcionamos: nuestro cerebro busca patrones.
Durante millones de años esta acción nos ha sido de gran ayuda a lo largo de la evolución para sobrevivir, adivinando estructuras y detectando todo tipo de formas. Es una actividad natural que responde a un hecho que a nuestro cerebro le disgusta: lo desconocido. No le gusta no saber y siempre que puede escoge puntos, líneas y figuras para unirlas en algo que le sea familiar.
Es una respuesta automática y por eso vemos formas, animales o siluetas en las nubes, por eso reconocemos contornos humanos en las manchas de las paredes o creemos dibujar caras en sitios tan inesperados como una tostada… las pareidolias no son más que nuestro cerebro uniendo puntos para encontrar algo familiar.
Este comportamiento natural de nuestra mente reconociendo patrones nos es muy útil, pero no es infalible y de vez en cuando cree reconocer imágenes reales en lo que tan sólo son líneas al azar… a veces incluso es capaz de ver elefantes en Marte.
(Cubadebate con información de agencias y The Space.com)