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El rostro feliz del Papa en Cuba

El rostro feliz del Papa en CubaQuien haya visto las imágenes que por estos días se transmitieron desde Cuba por la visita del Papa Benedicto XVI, tanto en Santiago de Cuba como en La Habana, no podrá negar el afecto, la cordialidad y el respeto que el pueblo profesó a Su Santidad, y el rostro sereno y de buen ánimo que este mostraba.

Tanto en la Santa Eucaristía de la oriental ciudad santiaguera, como en la de la capital, el Papa encontró una multitud que lo aclamó y acogió con beneplácito y goce.

En la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, todo resplandeció, desde el servicio ofrecido por el conjunto de obispos y cardenales que aseguraron la labor del Papa durante la misa, hasta el majestuoso altar de colores blanco, rojo y azul, también simbólicos para la Iglesia Católica.

Todo el tiempo el Peregrino de la Virgen de la Caridad del Cobre reflejó sosiego y júbilo. Él mismo lo confirmó al iniciar su homilía del 26 de marzo: “Doy gracias a Dios que me ha permitido venir hasta ustedes y realizar este tan deseado viaje”.

Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, lo ratificó en sus declaraciones a la prensa la noche del lunes: el Papa goza de buen estado de ánimo y está sorprendido por la alegría y el gran número de personas que le dio la bienvenida a su llegada y durante todo su recorrido desde el Aeropuerto Antonio Maceo hasta el Arzobispado de Santiago de Cuba.

Igual ambiente se vivió este miércoles, último día de su segunda gira por Latinoamérica y primera al país caribeño, en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana.

Entre cánticos, banderas cubanas y de la Santa Sede, pancartas que anunciaban la presencia de sus fieles desde todas partes de la Isla, transcurrió la misa de casi dos horas.

Al finalizar, el Presidente cubano Raúl Castro se acercó para saludarlo, como hizo en Santiago de Cuba, también invitado por el Papa.

Y decidió Benedicto XVI llegar hasta el grupo de católicos cubanos que lo acompañó y apoyó durante toda la eucaristía que ofició en la Plaza capitalina, antes de subir al papamóvil.

Hasta una foto aceptó encabezar junto a ellos, quienes muy cálidamente lo despidieron. Una vez más, mostró un rostro sonriente.

¿Por qué no imaginar, entonces, que se sentía feliz de haber podido compartir junto a cubanos, todos, esta visita de alto valor espiritual y de fe? Por Ana Ivis Galán García/AIN