Tuberculosis: prevenir es mucho mejor que curar
En la jornada dedicada al Día Internacional de la Tuberculosis (TB), varios promotores de salud de Santa Cruz del Sur, interactuaron con un numeroso grupo de personas de la tercera edad, en la Casa del Abuelo, considerados éstos población de alto riesgo, junto con los niños y los consumidores de tabaco y alcohol, entre otros.
Dos de estas abuelas accedieron a relatar brevemente a este medio de prensa, sus experiencias de esta enfermedad antes del triunfo de la Revolución en Cuba. Anécdotas de un triste pasado, desterrado por fortuna, hace más de medio siglo.
Orfelina Hernández Díaz |
Orfelina Hernández Díaz, hoy tiene 78 años de edad. En su niñez vivió de cerca las calamidades del pasado capitalista en Cuba. “Tuvimos unos vecinos tuberculosos y mi madre nos decía: No se arrimen ahí, ni un clavo pueden tocar. Todas esas gentes murieron sin tener recursos para salvarse. Cuando se moría uno nadie iba al velorio porque todo el mundo le temía a aquella enfermedad. Gracias a esta Revolución muchos malestares y sufrimientos, como la tuberculosis, se curan sin tener necesidad de pagar un centavo por recibir atenciones de los especialistas de la salud”.
Petronila Briñones Tamayo |
Siendo una joven de 23 años Petronila Briñones Tamayo residía en el antiguo central Francisco (hoy Amancio Rodríguez), cerca de su hogar vivía “una señora nombrada Loló, tenía un hijo tuberculoso. La hermana del contagiado le dijo a la mamá, que en el tanque del agua empleada para el uso doméstico aparecía como una especie de saliva. La hija de Loló se levantó a media noche y sorprendió al hermanito escupiendo en el reservorio de agua. Al preguntarle ella por qué él hacía eso, el muchacho le respondió que como sabía que iba a morir, deseaba le pasara lo mismo a su familia. La madre no pudo salvarlo, no tenía dinero, ni existían los medios, a los que el pueblo ya tiene acceso, debido a la obra construida por Fidel y Raúl”. (Iliana Pérez Lara/ Radio Santa Cruz)