Incurable discapacidad que conspira contra el país que le mantiene vivo un hijo

 
El padre de este niño contribuye  a manipular la realidad cubana con recursos y financiamiento de la llamada "disidencia", sin tener en cuenta los esfuerzos que hace la Revolución por atender el padecimiento de su hijo.  

Entre los veinticuatro niños del aula, uno destaca, no por su enfermedad, rarísima en Cuba actualmente, sino por sus ojos. Sus ojos, de un brillo intenso, son el mejor dibujo, o la mejor composición infantil, sobre qué es la felicidad. A pesar de que obstáculos no le faltan.

Dainel padece mielomeningocele, enfermedad que ocasiona graves daños neuronales como hidrocefalia y discapacidades motrices e intelectuales. Pese a ello, en el grupo de Segundo Grado A de la escuela primaria Ignacio Agramonte el pequeño se siente a gusto entre amiguitos que le cuidan y apoyan.

 
  Yaniusdy Betancourt.

Yaniusdy Betancourt Sánchez lo sabe muy bien. Es la maestra de Dainel desde que el niño comenzó el primer grado. Ella no magnifica a su alumno: “No es rezagado en la docencia, pero tampoco aventajado; tiene alguna dificultad para los ejercicios básicos de Matemáticas”.

Sin embargo, el pequeño posee fortalezas escolares: la maestra agrega que él participa mucho en el aula y hace gala de una maravillosa expresión oral. Salvo el diario acto de inicio matinal en la plaza de la escuela y la asignatura de Educación Física, Dainel comparte íntegramente el programa con sus compañeritos de clase.

“A cada rato –agrega Yaniusdy– pregunta algo interesante que le sirve a él para su situación. Y apenas se ausenta; solo cuando alguna afección digestiva le complica más sus problemas de control del esfínter o cuando va, como sucederá en marzo, a chequear su salud en hospitales de La Habana”.

Para esos viajes, además de la atención de doctores a quienes, según la maestra, el niño confiesa querer, Dainel tiene asegurados gratuitamente transporte especializado, hospitalización para él y hospedaje para el familiar que le acompañe. Además, durante el tiempo que está en la capital del país una profesora temporal lo mantiene al día en las asignaturas.

“Él y otro niño –dice Yaniusdy– intercambian sobre sus aspiraciones de paseo en La Habana: uno quiere ir al Museo de la Revolución y el otro a la Casa Natal de José Martí. Pero no lo han llevado”.

Dainel es único por fuera y por dentro; no camina como el resto de los niños, mas eso no le impide soñar igual: una vez dijo que quería ser buzo para bajar a ese mar que tanto le gusta y que de vez en cuando dibuja. Y la joven educadora, que ha estudiado la enfermedad de su alumno para atenderlo de manera especial, es parte de la inspiración del pequeño:

“Hace poco me dijo: maestra, le voy a regalar una estrella de mar. Y es el único niño que todos los días me trae una flor”.

II

Yoan David es otro que se desplaza con dificultad. Tiene una discapacidad física motora, pero tampoco a él eso lo detiene. Se le ve dondequiera y a veces pareciera que posee el don de la ubicuidad: se dice en un sitio, acosado por supuestos perseguidores, y al mismo tiempo cualquier paisano le ve andar, como si nada, por las soleadas calles del pueblo.

Para varios santacruceños consultados, Yoan David padece la discapacidad más lamentable que pueda observarse en Cuba: no ser capaz de reconocer cuánto se ha hecho en 50 años, bajo bloqueo y mil presiones, por el bien de todos los ciudadanos, especialmente por aquellos cuyos problemas de salud afectan su calidad de vida. Yoan David no comprende, según declaran personas de la ciudad, que está sirviendo al peor enemigo de los cubanos: el imperialismo.

Y este hombre, un contrarrevolucionario que ha hecho de la agitación y la mentira su modo de vida, se presume líder local de un fantasmal Partido Democrático 30 de Noviembre con el que, de paso, ofenden el nombre de Frank País, uno de los héroes cubanos más fieles a Fidel Castro.

Vísperas de este 24 de febrero, Yoan David arreció sus embustes. Empleó los medios técnicos recibidos de sus mentores estadounidenses para colocar un nuevo archivo de audio en el sitio anticubano Hablando sin miedo, una especie de compendio, en la Red, de “mentiras a la carta” sobre la nación, previa tarifa del que paga en dólares. Otra vez, su “reporte” resumió delirios de reconocimiento en un texto que contaba increíbles amenazas y atrocidades que a menudo ocurren… solo en su cabeza.

 

 
  Doctor Manuel Oliva Palomino

Con el Doctor Manuel Oliva Palomino, Profesor Consultante del Hospital Infantil Eduardo Agramonte Piña, hablamos sobre Dainel, sobre la enfermedad y el dolor, sobre Cuba y el amor… sobre su tema predilecto: la vida de los niños. Este médico de vastísima experiencia, que ha arrancado de la muerte a incontables niños cubanos, ha sido incluso asesor de organizaciones sanitarias internacionales.

Con él conocimos más sobre la enfermedad del niño santacruceño. El especialista explicó que la mielomeningocele, que es el tipo más común de espina bífida, resulta una anomalía del tubo neural en la cual los huesos de la columna no se forman del todo, lo que impide que se complete el conducto raquídeo. Eso provoca que la médula espinal y las meninges protruyan de la espalda del niño.

Sobre las tasas de sobrevivencia a este mal que Cuba tenía antes de 1959, Oliva Palomino es categórico: el niño que nacía con la enfermedad, moría. De modo que, con un discurso estrictamente médico, puede decirse que quienes aquí no mueren, padeciéndola, le deben la vida a la Revolución Cubana.

No es extraño que Dainel sea el único caso en todo Santa Cruz del Sur. Esta enfermedad apenas se ve en Cuba y el Doctor explica por qué:

“Desde que se comienza a atender sin costo alguno a cada embarazada se le suministra ácido fólico, para prevenir esta y otras enfermedades, se le hace examen de ultrasonido, se estudia su líquido amniótico y se le aplican los marcadores fetales, entre otras pruebas que alertan cualquier riesgo de salud para ella o el feto”.

El Doctor señala que tratamientos como los de este niño se mantienen en toda la vida del paciente y en cualquier lugar exigen atención dedicada de los mejores neurólogos: “En otros países, si la familia tiene dinero, debe pagar mucho, cientos de miles de dólares por una intervención quirúrgica”.

Claro, Dainel vive en Cuba. Y por eso la válvula de drenaje del exceso de líquido céfalo raquídeo que le fuera acoplada para atender la hidrocefalia que padece le costó, si acaso hace falta decirlo, la sonrisa con que premió a sus médicos.

IV

Una casa desconocida, en Santa Cruz del Sur. Dicen que está ubicada al final de una de las calles principales del pueblo. No lo sé con precisión; no he ido por allá. Dicen también que allí son bienvenidos los que quieren una Cuba sin Revolución, y que por eso no va mucha gente: apenas un puñado con pocos dedos.

Sin embargo esa casa tiene mucho que ver con la historia que cuento. Allí viven dos discapacitados: Yoan David González Milanés y Dainel González Betancourt.

Pese a que su calidad de vida corre menos peligro, el primero de los dos tiene más menguada sus capacidades: no es capaz de entender unos cuantos porqué: por qué un niño conserva frente al dolor el brillo de sus ojos, por qué le regala una estrella a la maestra, por qué anhela visitar un museo de su tierra, por qué aun andando con dificultad sueña con hacerse buzo…

La discapacidad severa de Yoan David le impide responder la pregunta que Dainel hiciera en su escuela aun teniendo las clave en su cuerpo: “¿Maestra: qué es la solidaridad?”, y le inhabilita para leer el significado de las flores con que el pequeño llega al aula en las mañanas. Yoan David cree estar Hablando sin miedo y no ha entendido por qué un muchachito de siete años sigue riendo, con mielo…meningocele. Gran discapacidad ha de tener el hombre que conspira contra el país que le mantiene vivo un hijo.

(Por: Enrique Milanés León/ Periodista de Adelante. Tomado de Radio Cadena Agramonte)