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CELAC: Obra de unidad y perseverancia

CELAC: Obra de unidad y perseveranciaHace apenas pocos días, los cancilleres de Venezuela, Cuba y Chile, dieron curso en la capital de esa nación austral al programa de trabajo que para este 2012 adoptará la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Lo hicieron en nombre de la región, la cual empieza a asumir el rol trascendente e independiente en la arena internacional, luego de siglos de postración frente al colonialismo europeo y el posterior dominio imperial de los Estados Unidos, el artero vecino que, por cierto, fue excluido junto a Canadá de la nueva entidad regional, a tono con sus diferencias sustanciales con los orígenes, culturas, urgencias y aspiraciones de nuestros pueblos del Sur.

Venezuela estuvo presente en Santiago a partir de haber sido la nación sede de la conferencia cumbre constitutiva de la CELAC en diciembre del pasado año. Chile, porque preside precisamente el organismo integrador durante los ya iniciados nuevos 12 meses. Y Cuba, porque será la que asumirá el liderazgo de la agrupación para 2013.

Vale decir que, además de poseer la sana característica de no contar con la perturbadora presencia en su seno de la potencia depredadora que siempre nos ha considerado su traspatio natural -aspiración de soberanía que muchas veces reclamaron nuestros próceres-, la CELAC, a tono con los tiempos que vivimos y con la inteligente estrategia de futuro, ha dejado atrás las diferencias para hacer énfasis especial en todo lo que nos une.

Por demás, sus principios corroboran, en concordancia con el esencial postulado del preclaro mexicano Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno es clave en este esfuerzo unitario, de manera que, sobre ese pivote, prevalezcan la paz, el diálogo, el intercambio y la razón.

Se trata de un esfuerzo que en especial Cuba alienta y apoya a partir de la experiencia vivida por nuestro pueblo en los propios albores del triunfo popular de enero de 1959, cuando bajo la tutela y las presiones oficiales norteamericanas, casi todos los regímenes del continente rompieron relaciones con La Habana y se sumaron a la agresividad sostenida y criminal de Washington hacia la Isla durante largos y espinosos decenios.

Página vergonzante que tuvo como inmediata contrapartida la solidaridad permanente de los pueblos latinoamericanos con la causa del hermano, el cual se constituyó en el primero en romper las ataduras y salirse del redil Made in USA.

De ahí que Cuba entienda y sostenga el respeto a la diversidad dentro de la CELAC, el ejercicio del intercambio constructivo, el fin de la violencia, el rechazo a los criterios dogmáticos, y el interés de poner siempre por delante las muchas metas a ser logradas más allá de percepciones políticas o filosóficas individuales.

Hay, sin dudas, quienes quisieran ver al nuevo organismo hecho pedazos en medio de las rencillas, los enfrentamientos y la fragmentación, e insisten con mal intencionado empeño en apuntar que en la entidad militan no solo gobiernos de probada trayectoria progresista y de izquierda, sino además administraciones con criterios conservadores e, incluso, vinculadas a Washington mediante los más diversos acuerdos y tratados.

Sin embargo, hasta para algunos de esos gobiernos se hace claro a estas alturas que las ataduras y quien las impone están dejando de ser alternativa viable, y vale la pena asumir actitudes razonables y objetivas que no les arrastren al abismo detrás del poderoso.

Esos son elementos que auguran a la CELAC futuro promisorio, aunque cargado de dificultades y retos, y solo la honradez y la voluntad de todos, evidentemente puestas ya sobre la mesa, han de ser la garantía de la marcha ascendente, propósito que Cuba suscribe con todas sus fuerzas y experiencia. (Néstor Núñez/Servicio Especial de la AIN).