Razones que demuestran el doble rasero Made in USA

Razones que demuestran el doble rasero Made in USASi los avatares para vivir o sobreexistir en el actual mundo, estremecido por las fuerzas de la naturaleza agredida por el propio hombre y las destructivas guerras de rapiñas no fueran tan conmovedores hasta para los más fuertes sentimientos humanos, podría pensarse que el doble decir y hacer de los Estados Unidos, de sus aliados europeos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), resulta una irónica parodia burlesca de los Derechos Humanos.

Nacer saludable y con una atención médica de seguimiento postnatal, estudiar lo que se desee por aptitud y no por posición económica, trabajar, y jubilarse con una calidad de vida asegurada, son derechos inherentes a todos los seres humanos sin excepción de la nacionalidad, sexo, color de la piel, religión.

Sin embargo, los gobiernos ricos y explotadores del patrimonios de los mayoritarios pueblos pobres, violan los más elementales derechos y siempre terminan por acusar de “salvajes” y terroristas a los despojados o a aquellas administraciones que se oponen a la política imperial.

Estados Unidos, por ejemplo, desde 1976 se aboga el derecho de juzgar cada año, de propia voluntad y bajo los ambiciosos ojos del Departamento de Estado, el comportamiento de los derechos humanos en unos 190 países del planeta y cada calendario envía su voluminoso informe al Congreso Legislativo condenando a los gobiernos que considera violadores de la Declaración Universal aprobada hace 63 años.

¿Con qué potestad la mayor potencia bélica que impuso la guerra en Kosovo, Iraq, Afganistán, y mandó a la OTAN junto a los socios europeos a destruir y a asesinar al pueblo libio, puede condenar o juzgar a nadie?

Tal cinismo no resulta novedoso. Sólo basta recordar lo sucedido en Corea, Vietnam, las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón, las invasiones a Panamá, República Dominicana, la ocupación de Haití, el apoyo a la brigada mercenaria que entró por Playa Girón, en Cuba y el bloqueo económico, financiero y comercial, impuesto al mayor archipiélago de las Antillas.

Con total hipocresía y prepotencia, Estados Unidos, acusa a los demás de violar los derechos humanos. ¿No es esa la desfatachez más desprestigiada de su política internacional de desprecio por el resto del mundo?

Las administraciones de la Casa Blanca, no lo dicen pero subestiman incluso hasta sus lacayos como Israel y demás incondicionales temerosos de Europa, y expresan con sus actos que son ellos quienes deciden el destino económico y social del universo, o al menos eso se creen.

Puertas adentro, ahorcan, pasan por la silla eléctrica o con una inyección letal matan ,sobre todo a los negros con evidencia de asesinatos o solo sospechas y se adjudican el “derecho” de mantener en territorio cubano contra la voluntad nacional la Base Naval de Guantánamo para torturar a las personas que según ellos son terroristas o violan los “derechos humanos”.

Allí aplican las más insólitas maneras de hacer hablar : sofisticadas torturas físicas, mentales, sin juicio alguno.

Reprimen a los indocumentados que, siempre les salvaron las cosechas o se encargan de labores “deshonrosas” para el ciudadano norteamericano como servir en restaurantes, fregar platos, parquear autos, recoger basura, ser mensajero…

En el propio “país de las maravillas”, donde “cualquiera” puede tener un auto, un yate, una lujosa casa…o se gana el futuro en un juego…tienen a millones de conciudadanos sin seguros médicos, en la mendicidad, incluidos, los “héroes” de las citadas guerras, que deambulan por las calles con la falta de amparo estatal y la ausencia de miembros perdidos en las “batallas”, medio locos, que de vez en vez sacan las armas y masacran niños, jóvenes estudiantes o simplemente se suicidan ante las promesas incumplidas.

Ese país, que discrimina a los suyos, que destruye con bombas el presente y el futuro de tantas personas en el mundo, ataca a Cuba, por violar, según su distorsionado criterio, los derechos humanos.

¡Qué falta de respeto para los cubanos que nacen y mueren protegidos por un sistema social, donde lo más importante es el ser humano!

En Cuba, un niño nace con la seguridad prenatal y el seguimiento de 13 vacunas contra enfermedades previsibles que en distintos países, aun desarrollados, ocasionan la muerte de millones de infantes.

En la Isla que bloquean los gobiernos estadounidenses desde 1959 hasta la fecha, la salud es pública, gratuita y muy eficiente, comparable a los servicios que se prestan en el llamado Primer Mundo.

Igual ocurre con la educación y la mortalidad infantil se comporta por debajo de 5 por cada mil niños nacidos vivos, mientras la esperanza de vida frisa los 76 años.

Cualquiera que se atiborre con la maligna propaganda de los grandes medios que representan los intereses del imperio del Norte, puede dudar, confundirse sobre la realidad cubana.

Entonces pueden entender las razones para limitar a los ciudadanos estadounidenses el intercambio con los cubanos y ponerle todo tipo de trabas para viajar a la isla.

La respuesta está en que temen que conozcan la verdad, y al fin puedan comparar y constatar el doble rasero Made in USA.