Este mundo nuestro va de mal a peor

Este mundo nuestro va de mal a peorHoy el mundo vive un tiempo convulso y nada estable. Muchos son los conflictos que se viven en el planeta, y algunos de los estados que se precian de pacifistas cuentan con la soñada tranquilidad interna. Ejemplo de ello son los propios Estados Unidos, donde se ha desarrollado y fortalecido un movimiento antigubernamental, llamado Los Indignados que lleva ya tres meses de acciones y protestas en más de 30 ciudades importantes de esa nación.

Las naciones árabes, el Medio Oriente, Libia, Paquistán, Irán Afganistán, Irak, ahora Etiopía y Somalia en el este de África, se muestran en verdaderos conflictos, por una u otra razón, Así tenemos que también en el diferendo Israel Palestina, en recientes declaraciones de su canciller expresaba la voluntad de resolver el conflicto por vía militar y no diplomática, en una verdadera muestra de prepotencia y desprecio por la paz entre los pueblos y por la vida humana.

Y valorando estas cuestiones que nada alientan a quienes deseamos preservar la vida de nuestra especie, y del planeta, nos preguntamos: ¿Es que el hombre entrado ya el tercer milenio, pasados ya once años del siglo veintiuno, no ha tomado conciencia de su racionalidad?

¿O es que en vez de evolucionar con afanes progresistas, vamos hacia una vertiente inclinada cuesta abajo hasta caer en el abismo de la destrucción total?

¿Por qué las naciones desarrolladas, poderosas, tratan cada día de extender sus garras hacia otros estados?

Si hoy el hombre con su interés de conocer cada día los fenómenos misteriosos de la naturaleza y la mente humana, empleara la ciencia y la técnica al servicio de todas las naciones en beneficio de la vida y el progreso, la población mundial viviría más segura, más alimentada, más atendida frente a las enfermedades o los desastres naturales.

Pero en medio de toda esa debacle de injusticias y agresiones, hay muchos pueblos que aún, a pesar de las amenazas que se ciernen sobre sus naciones, se van levantando para construir un mundo mejor, para combatir el hambre, principal flagelo que azota la humanidad, para enfrentar las enfermedades, que cobran vidas en diversas regiones del orbe, y para acabar con la ignorancia, un mal que mantiene en cadenas a millones de seres humanos.

Esos pueblos son los la nueva América, los pueblos soñados de Bolívar y Martí, de Sucre y San Martín, y de tantos próceres que levantaron sus voces y armas para conquistar un mejor futuro para sus pueblos.

Y vuelve a resonar con claridad meridiana la advertencia martiana: "… ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”. (Hugo Betancourt Mayoral/ Radio Santa Cruz)