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Enamorarse provoca reacciones químicas adictivas

Enamorarse provoca reacciones químicas adictivasEl enamoramiento se identifica con la pasión, constituye un estado emocional marcado por la alegría y la satisfacción de encontrar a otra persona capaz de comprender y compartir la vida.
     
Sin embargo, es un proceso menos romántico desde el punto de vista bioquímico, pues se trata de un proceso que se inicia en la corteza cerebral, pasa al sistema endocrino y se transforma en respuestas fisiológicas.
    
Algunas investigaciones indican que en la infancia, entre los cinco y los ocho años, ya se desarrollan los moldes cerebrales que determinan de quién nos enamoramos.
      
Por ello, a menudo el flechazo surge con personas parecidas a lo largo de toda la vida.
      
Para que se produzca el enamoramiento, debe haber concordancia de interés entre las dos personas y que surjan recuerdos de otros momentos de atracción, explica José Luis González de Rivera, jefe de Psiquiatría en la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid.
    
Esto se explica en que al enamorarse se provocan reacciones químicas adictivas, como con las drogas, y el desamor produce el terrible síndrome de abstinencia, caracterizado por el sufrimiento.
    
Las mujeres emiten feromonas al ovular, como otras hembras de animales. Son hormonas inodoras pero que perciben los hombres. 
    
Otros investigadores han demostrado que, por su parte, las mujeres detectan el complejo de histocompatibiblidad mayor (CHM) del sistema inmune, unos genes que producen olores diferentes, y sienten mayor atracción por los varones con un CHM diferente al propio.
    
Cuando es encontrada la persona más atractiva, el sistema nervioso se pone en marcha y se produce una descarga de feniletilamina, un compuesto de la familia de las anfetamina y se desata la pasión.
    
Ella es la responsable de producir la excitación, la que hace que se produzca la dopamina, que es el neurotransmisor relacionado con el placer y la recompensa, según David Huertas, psiquiatra del Hospital de Guadalajara, México.
   
La testosterona resulta otra hormona en activo. Se ha descubierto que genera deseo sexual en las mujeres, en las cuales actúa como un afrodisíaco que se podría recibir de los besos de la pareja masculina.
   
Para conocer qué zonas del cerebro se encienden por amor están las resonancias magnéticas funcionales y la tomografía de positrones.
   
De acuerdo con el equipo de Helen Fisher, son las áreas afectadas por la dopamina (que se produce en la zona tegmental ventral y se libera en el núcleo accumbens y la corteza frontal) las que se ponen al rojo vivo, así como el septum de las mujeres, una zona donde se sitúan las emociones, y la corteza visual en los hombres, donde se aprecia la belleza.
   
Otras investigaciones comprobaron que, además, se inhibe el córtex frontal, donde reside la racionalidad y el sentido crítico respecto a la pareja. Aquí está la explicación de las locuras del amor.
    
Una vez pasada la pasión, que dura meses, otras áreas empiezan a funcionar, las vitales en las relaciones duraderas. Esto explica que una relación estable puede verse sorprendida por una aventura imprevista.
    
Hay otra variable, en algunos casos no se llega a la segunda fase, y con la pasión desaparece toda la atracción.
    
De todos modos, el enamoramiento está surcado por la emoción.(Doris Hernández Fernández/AIN)