Barbados, un crimen que clama justicia
Era un niño de once años que cursaba el sexto grado, la vida transcurría limpia y bella en la inocencia de una infancia desprovista de preocupaciones y penurias. La vida en el país se proyectaba en franca batalla por el mejoramiento humano, A pesar de las carencias, el presente se tornaba hermoso. Y entonces, un suceso alevoso rompió la alegría y la tranquilidad de los cubanos. Un avión civil, con 73 personas a bordo, explotaba en pleno vuelo, víctima de un acto asesino perpetrado por un grupo de terroristas encabezados por la tenebrosa figura del tristemente célebre Luis Posada Carriles.
El odio y la desidia se ponían de manifiesto para causar el espanto y la muerte a personas inocentes. Han pasado 35 años, y los que éramos niños aquel aciago 6 de octubre de 1976, ya somos hombres maduros, con hijos y nietos, pero el recuerdo infausto no se borra. Aún la evocación de aquellos hechos nos hacen asomar lágrimas por el horrible suceso, imaginar la tragedia, revivir los momentos dramáticos finales, la explosión, el desespero, los inimaginables pensamientos de las 73 personas que a bordo del CU-455 de Cubana de Aviación venían hacia la isla de la libertad.
Personas diversas que viajaban con distintos fines: jóvenes a estudiar medicina, funcionarios de la industria pesquera, y el glorioso equipo de esgrima juvenil que regresaba a la patria con todos los títulos obtenidos en los Juegos Centroamericanos recién finalizados. Cubanos, guyaneses, coreanos, todos victimas fatales del fanatismo mordaz y asesino de terroristas como Freddy Lugo y Hernán Ricardo, autores materiales del atentado, los brazos ejecutores de la fatídica acción homicida.
¿Qué hicieron? ¿Qué pretendían esos asesinos? Lejos de amedrentar a los hombres mujeres de la patria, el pueblo se unió en gran duelo, en unidad monolítica para condenar el crimen y clamar justicia. Como cada 6 de octubre, los santacruceños, como todos los cubanos, levantamos nuestras voces para pedir justicia, que se condenen a los asesinos. Que el crimen no quede impune.
Aún hoy, a 35 años de los dolorosos hechos, resuenan en nuestros oídos aquellas dramáticas palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz cuando finalizaba su discurso en la despedida del duelo a las víctimas del crimen de Barbados:
“…No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!
(Hugo Betancourt Mayoral/ Radio Santa Cruz)