En Camagüey no se olvidan las huellas del terrorismo

En Camagüey no se olvidan las huellas del terrorismoHan transcurrido más de 50 años y el gobierno de Estados Unidos no ha cesado un instante de aprobar, instigar y realizar burdas acciones de terrorismo contra Cuba, que han lacerado en lo más profundo al pueblo de esta Isla.

Para los camagüeyanos muchos días del almanaque están señalados con la oscura huella de tan terrible flagelo y todavía se recuerdan hechos como el de 5 de enero de 1963, cuando fueron incendiados y destruidos más de 160 quintales de arroz, miles de arrobas de caña, una escuela, una nave de abono y varias casas, en Santa Cruz del Sur.

En abril de ese propio año, apátridas al servicio del imperio yanqui asaltaron la granja arrocera Algérico Lara y dieron muerte al administrador, hirieron a varios compañeros con la intención de robarse una avioneta y abandonar el país.

Tiempo después, en 1967, fue detenido a un sujeto que se dedicaba a introducir vidrios en la comida de alumnos de varias escuelas en el municipio de Nuevitas, sin el menor ápice de sensibilidad que puede portar un ser humano.

Ese mismo año fue capturado un grupo contrarrevolucionario de la organización Hermanos al Rescate que poseía fuertes vínculos con el exterior y realizaba acciones terroristas para amedrentar a la población.

La vileza de los mercenarios no quedó en esos ejemplos y así lo argumenta el hecho de que en la década de los noventa del pasado siglo, en tierra agramontina se detuvieron miembros de la organización Cuba Independiente y Democrática, quienes hacían y distribuían propaganda subversiva y se les comprobaron varios sabotajes al tendido eléctrico en el municipio Santa Cruz del Sur.

Precisamente para evitar acciones como esas, cinco patriotas excepcionales como lo son Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González, René González, y Gerardo Hernández, renunciaron a sus planes individuales y marcharon a la misma madriguera de la mafia anticubana en Miami, para alertar a Cuba de macabros planes como los expuestos.

Los camagüeyanos y todas las personas de buena voluntad sabemos bien la grandeza de esa misión, que evitó repetir el luto en otros hogares e impidió sabotajes a objetivos económicos.

Aún el dolor no se ha borrado en familias como las de las víctimas del crimen de Barbados planificado por Orlando Bosh y Luis Posada Carriles y en el que Camagüey perdió a dos de sus hijas: a Inés Luaces y Milagros Pélaez.

De esa ausencia irreparable pueden dar testimonio también los padres de los niños camagüeyanos que murieron en 1980 por causa del dengue hemorrágico introducido al país por lacayos imperiales.

Precisamente porque los camagüeyanos han sentido en carne propia los efectos del terrorismo de estado contra cuba es que hoy exigimos justicia.

Por Raysa Mestril Gutiérrez/ Radio Cadena Agramonte