Terrorismo contra Cuba, demagogia de Estados Unidos
El dolor multiplicado de un pueblo enérgico y viril, víctima del terrorismo fraguado y ejecutado desde Estados Unidos por más de 50 años, no puede borrarse jamás.
Pocos países han sufrido tanto como Cuba los flagelos de esa barbarie causante de incalculables sufrimientos a cientos de familias.
Nunca el pueblo cubano olvidará las más de 680 acciones criminales y agresiones ejecutadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y varias organizaciones contrarrevolucionarias con sede en Miami, cuyo saldo ha sido la pérdida irreparable de 3 478 fallecidos y 2 099 heridos.
Las manos asesinas de los enemigos de la Revolución Cubana no solo han estado presentes en el territorio nacional, sino también en instituciones, empresas, misiones diplomáticas y personas en el exterior, con la complicidad de la CIA y de sucesivas administraciones norteamericanas.
Detrás de esos hechos aparecen “las garras” de la Fundación Cubano-Americana, que utiliza como punta de lanza a distintos grupos terroristas radicados en el sur de La Florida.
Desde fecha tan temprana como 1962, el gobierno de los Estados Unidos ha utilizado la agresión biológica, por ejemplo, cual arma silente en la guerra sucia contra el mayor archipiélago de las Antillas, como el denominado Proyecto Cuba cuyo objetivo era promover fracasos en las cosechas alimentarias en la Isla.
Entre los hechos más abominables en la historia del terrorismo contra la Revolución Cubana sobresalen tristes momentos como el sabotaje al vapor de origen francés La Coubre, el 4 de marzo de 1960, y la explosión en pleno vuelo de una aeronave de Cubana de Aviación, el 6 de octubre de 1976, en las costas de Barbados, de lo que se ufanaron Luis Posada Carriles y su compinche Orlando Bosh.
La triste cronología continuó a inicios de la década de los años ´80 del siglo XX cuando mercenarios al servicio del imperio yanqui introdujeron el dengue hemorrágico en Cuba. En pocas semanas, se desató la epidemia de una enfermedad que nunca había existido en el país, alcanzando la cifra sin precedentes de 344 mil 203 personas infectadas, de las cuales fallecieron 158, de ellas 101 niños.
Días antes, el ejército norteamericano había inmunizado al personal de la Base Naval de Guantánamo con una vacuna que incluía la protección contra el Dengue-2.
En 1997 la nación caribeña denunció ante el Secretario General de Naciones Unidas la introducción del Thrips Palmi, diminuto y voraz insecto depredador de diversos cultivos agrícolas, por mencionar solo un ejemplo de la larga estela de macabros actos contra Cuba.
El 12 de abril de ese propio año se inició un mortífero ciclo de hechos con la detonación de una bomba en un baño de la entonces discoteca Aché, del hotel Meliá Cohíba y ejecutada por una red montada en Centroamérica por el terrorista confeso Posada Carriles y financiada por la Fundación Nacional Cubano-Americana.
Posteriormente continuaron los estallidos en otras instalaciones turísticas y como resultado de aquellas horribles acciones, el 4 de septiembre de 1997 murió el joven italiano Fabio Di Celmo, cuando hicieron explotar un artefacto en el hotel Copacabana.
Cínicamente el gobierno de los Estados Unidos de América incluye a la Isla entre los países patrocinadores del terrorismo, sin embargo, existen pruebas más que suficientes para demostrar que no tienen la más mínima moral ni derecho alguno de cuestionar a Cuba, constante víctima de ese flagelo.
Tanta es la hipocresía que mientras la mayor potencia del mundo se empeña en llevar a cabo una supuesta guerra contra los terroristas, su sistema judicial ampara a individuos de una sangrienta hoja de servicios como Luis Posada Carriles y mantiene encarcelados a cinco patriotas por impedir que la muerte se adueñara de otras familias cubanas.
¡Esa es la clara demagogia de la Casa Blanca!
Por Lázaro David Najarro Pujol/ Radio Cadena Agramonte