Arte de Caravaggio invita en museo cubano
La Habana, 23 sep .- El Narciso de Caravaggio emergerá hoy aquí a la mirada de los cubanos, diáfano entre el claroscuro de expresiva elocuencia con que el artista italiano lo hizo surgir prendado de su propia belleza.
Luces y sombras rodeándolo, absorto en la imagen de sí mismo que le devuelve el espejo del agua. Enamorado de su imagen radiante, la diosa Némesis lo castigó convirtiéndolo en una flor acuática. Némesis castigando la vanidad pero dejando, en la flor, intacta, la belleza.
El mito lo rescató el artista -pionero del barroco, anticipador de la pintura moderna- para otorgarle una vida añadida en el olimpo eterno de las grandes obras de arte.
El óleo estará desde hoy y hasta el 27 de noviembre, a la vista del público, en el seguro resguardo del Museo de Bellas Artes cubano. En el centro de la sala transitoria de arte universal derramará su esplendor sobre la muestra Caravaggio en Cuba.
Diseñada especialmente para la isla, la completan 12 obras de los caravaggistas, seguidores de su primera y segunda etapa, corporizados en un movimiento heterogéneo, marcado por las experiencias y formación individuales, pero fieles a la atmósfera y estilo de Caravaggio.
Es la primera exposición de su tipo en un país del Caribe, propiciada por el Ministerio para los Bienes y Actividades Culturales de Italia, y la Sobreintendencia Especial para el Patrimonio Histórico Artístico y Étnico Antropológico y el Polo Museal de la Ciudad de Roma.
La coleción deviene un acercamiento directo al maestro del tenebrismo, a sus oscuras densidades reveladoras, a la influencia ejercida no solo en su época. Arco tendido en el tiempo, sus huellas son perceptibles en Rembrandt y Rubens.
De acuerdo con su apego al realismo, a los modelos tomados de hombres y mujeres comunes, mortales, terrenales, su Narciso dista de ser un adolescente seráfico.
Dotado de brazos musculosos y rodilla firmemente apoyada, rotunda, de su rostro emana cierto candor, pero sobre todo la fascinación del descubrimiento, la seducción que ejerce sobre el su imagen plasmada en las aguas.
Desde el anuncio de su exhibición en la isla, la expectativa comenzó a multiplicarse a un ritmo vertiginoso. Cada paso de su itinerario rumbo a Cuba era seguido con interés creciente.
Transportado por la compañía Blue Panorama, el preciado lote, valorado en 70 millones de euros, llegó a esta capital el domingo último, en un viaje sin contratiempos con escala en República Dominicana.
El desembalaje de la caja que cobijaba a Narciso fue casi un acto ritual, reverente. Ataviados con batas blancas, lupas y guantes, curadores y técnicos sometieron el oleo a un minucioso examen, lo auscultaron tendido sobre una mesa, hasta dictaminar que su estado, tras la larga travesía, era perfecto.
La exposición dispone en el Museo habanero de todos los requerimientos indispensables, desde el registro de humedad, iluminación y temperatura hasta el más ínfimo detalle.
A los cubanos les aguarda el fulgor de un legado trascendente en la historia del arte pictórico, un disfrute estético inapreciable. Las piezas pertenecen a los fondos de la Galería Nacional de Arte Antiguo del Palacio Garberini y el Convento de San Silvestre en Roma. A fines de noviembre, la muestra regresará a Italia. El próximo año viajará a otros dos países de América Latina: México y Brasil, donde Narciso, pintado entre 1599-60, fue expuesto por primera vez hace 12 años.(PL)