Bloqueo: telaraña inhumana
Suelen algunos considerar al prolongado e inhumano bloqueo norteamericano a Cuba especie de decreto, o legajo íntegro, consolidado y único. Sin embargo, ni en su origen ni desarrollo, tan brutal disposición, -que este octubre será analizada otra vez en el seno de la Asamblea General de la ONU por su sentido feroz e ilegal-, se constituye como un solo cuerpo.
Se debe decir, si puede compararse con algo en su estructuración, que se proyecta como criminal telaraña tejida paso a paso por los enemigos de la independencia del pueblo cubano, con el propósito de hundirlo, destruirlo y sacrificarlo mediante las carencias, el hambre y toda clase de penurias.
No por gusto se concluye, con toda base legal, que el bloqueo a la Isla es un acto de genocidio, toda vez que apunta a demoler la existencia de la nación mediante el cerco más férreo y extendido, que comenzó en la pasada centuria y se mantiene en la actual.
Insistimos en hablar de telaraña porque el bloqueo se ha conformado década tras década de sucesivas medidas restrictivas, golpes bajos y agresiones a lo largo y ancho del planeta, que han quedado como úcases oficiales yanquis en documentos de gobierno, disposiciones congresionales, anexos a leyes y, desde luego, en dictámenes exclusivos elaborados para hacerlo más férreo y agredir, incluso, a terceros países por sus vínculos con La Habana.
La guerra económica imperial que ya en el año 1960 cobró forma con la anulación de la cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano, y la negativa de las refinerías gringas en la Isla a procesar el crudo en manos del estado revolucionario, entre otras tempranas disposiciones contra nuestro pueblo, se extendió y engrosó hasta incluir leyes estadounidenses en el más estricto sentido del término como las tituladas Helms Burton o la Torricelli.
En el informe de Cuba a la Asamblea General de la ONU de este octubre, se afirma que en casi cinco décadas de bloqueo la Isla ha sido privada de casi un billón de dólares, en otras palabras, casi dos décadas de desarrollo sostenible, a pesar incluso de todas las faltas que se le puedan señalar al desempeño económico de nuestro país.
Pero además, vale recordar que más de 70 por ciento de los cubanos de hoy no han conocido otra cosa en sus vidas que la dura cotidianidad impuesta a su existencia por la hostilidad oficial de los Estados Unidos.
Crudo panorama que les ha privado de medicamentos, artículos básicos, insumos de alta tecnología y relaciones económicas normales de mutuo beneficio con la potencia que, por su cercanía geográfica a nuestras costas y su alto grado de desarrollo, hubiese sido fuente importante para sus esfuerzos de crear una sociedad más justa y eficiente.
Se trata del monstruo de mil cabezas que -bendita resistencia de sus víctimas- muestra hoy no pocos colmillos mellados y enfrenta el repudio casi unánime del planeta. (Néstor Núñez, AIN)