Hiroshima y Nagasaki no deben repetirse
Por siglos la gran potencia norteamericana se ha dedicado a la agresión al resto de los países del planeta tierra, en especial a los más indefensos. Ejemplo es para la historia del mundo el 6 de agosto de 1945, cuando la ciudad japonesa de Hiroshima fue víctima de una bomba atómica procedente de Estados Unidos y tres días después igual destino le reservó a Nagasaki.
Esta arma provocó cuantiosos daños a esa región indefensa, que recibió luego de la explosión un incendio y más tarde una lluvia torrencial contaminada, todos esos ataques provocaron que 10 kilómetros de superficie quedaran pulverizados y según datos japoneses más de 200 mil personas perdieron la vida, ataques patrocinados por la ambición norteamericana de sed dominante, ansiosos por imperar en otras naciones.
No son esos los únicos destrozos humanos y materiales que han ejecutado los imperialistas, están también las guerras armamentistas de los últimos tiempos y las lesiones psicológicas que causan daños a personas sencillas, que están ajenas al desarrollo económico y las pretensiones de expansión territorial por parte de los gobiernos americanos.
¿Qué pretende el gobierno americano?
¿Por qué se proyecta en pos de terminar con la paz mundial?
El 6 de agosto de 1960, Estados Unidos realizó una agresión aérea contra el central “Niágara”, en el municipio La Palma, de Pinar del Río, hecho que ocasionó una herida de gravedad en una persona que permanecía en ese lugar, al ser alcanzada por los disparos que asesinos norteamericanos efectuaban desde una avioneta.
Cuba ha sufrido en carne propia las absurdas patrañas estadounidenses, que proliferaron con mayor fuerza en el caso del niño Elián González, y desde 1998 con los Cinco Héroes en cárceles imperiales.
Por eso, cuando recordamos la barbarie de Hiroshima y Nagasaki a escasas horas de conocer la inclusión de Cuba en la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo, ratificamos las palabras que dijera Fidel Castro el 6 de agosto de 1960 con motivo de la nacionalización de gran número de empresas monopolistas norteamericanas “Cuba jamás le hará el juego a los intereses del imperio yanqui. Cuba estará siempre al lado de los pueblos oprimidos".
Y desearíamos, igual que millones de personas del mundo, que una tragedia como esta no volviera jamás a ocurrir. (Yamilé Agrenot Castillo / Radio Santa Cruz)