¿Los bueyes contra los tractores?
Los enemigos de Cuba aprovechan cualquier tema económico, que pueda resultar controvertido, para enfilar sus armas venenosas contra la Revolución mediante el empleo de argumentos manejados amañadamente. El caso del empeño de la Isla por impulsar en los últimos años el uso de la tracción animal como medio para desarrollar la agricultura de manera más económica y sustentable, no escapa a esa práctica oportunista.
Generalmente, quienes cuestionan y refutan ese objetivo, se limitan a destacar las posibilidades de la maquinaria y las limitaciones de los bueyes sin hacer, también, lo contrario: exponer las desventajas de las máquinas y las prerrogativas de los animales. Es más fácil calificar a la tracción animal, sencillamente, como “retroceso”.
A nadie con sentido común, por supuesto, se le ocurriría pensar que la yunta de bueyes puede tener más productividad que el moderno tractor creado por el hombre, precisamente, para elevar los rendimientos de su trabajo en tareas tan arduas como la roturación y preparación de las tierras para la siembra.
Pero el problema no es solo de productividad. Hay que analizar, además, otros elementos económicos, como los costos; y los aspectos ecológicos: la contaminación ambiental.
Podría afirmarse que solo el ahorro de combustibles posibilitado por el uso de los animales de tiro, bastaría para justificar el incremento de ese medio de trabajo en Cuba, sin que ello implique la eliminación total de las máquinas.
Sin embargo, quizás lo más favorable sea el incalculable beneficio que, para los suelos y el ecosistema en sentido general, reporta esa práctica.
Los especialistas destacan que la utilización de los bueyes evita la compactación de los suelos ocasionada por la maquinaria, la cual resulta perjudicial para el desarrollo radicular de las plantas.
Tampoco los animales contaminan la tierra con derrames de combustibles y lubricantes, como sucede con las tractores. Por el contrario, la abonan con sus excretas y orina.
Claro, nadie niega lo útil de los tractores y otros equipos, tanto por su rapidez como por las amplias posibilidades que su fuerza ofrece para el uso de diversos implementos de roturación y cultivo, especialmente en las grandes empresas agrícolas.
Pero el empleo de los bueyes, fundamentalmente en pequeñas fincas, es favorable no solo en la lucha por ahorrar combustibles y otros recursos, sino también para fomentar una agricultura que contribuya a la preservación del medio y a cosechar productos más sanos para el consumo humano.
En momentos en que los combustibles son cada vez más caros en el mercado mundial, y se intensifica la batalla por la imperiosa preservación del medio ambiente, la utilización de los animales de tiro resulta, más que alternativa, necesidad insoslayable. (Por Hernán Bosch/ Servicio Especial de la AIN)