Cuba: De falsos nacimientos a verdadera República

Cuba: De falsos nacimientos a verdadera República“La nueva Cuba, al levantarse de las cenizas del pasado, necesita estar sujeta a nosotros por lazos de singular intimidad y fuerza para asegurar su prosperidad duradera”, afirmó el entonces presidente norteamericano William McKinley, en un mensaje emitido al Congreso de los Estados Unidos el 5 de diciembre de 1899.

Esta sentencia, extracto del cínico discurso angloamericano para con la Isla,  marcó el oprobioso destino de la República nacida en Cuba un día como hoy,  20 de mayo, pero de 1902.

Por casi 60 años, “los lazos de singular intimidad” enunciados por el titular, devinieron oprobiosas cadenas económicas y políticas, que mantuvieron  al país bajo el influjo de la consiguiente deformación estructural.

Durante la República, la subyugación a Estados Unidos fue fortalecida por diversos mecanismos.

Entre ellos, la Enmienda Platt, un bochornoso apéndice constitucional  que aseguró al vecino del norte el dominio sobre la Isla durante medio siglo.

La profesora e historiadora Francisca López Civeira afirmó sobre el engendro del senador Orville Platt, que este “establecía un grupo de limitaciones a la soberanía cubana en sus relaciones internacionales y validaba todos los actos realizados por la ocupación militar”.

La firma de tratados como el Permanente o el de Reciprocidad Comercial, que garantizaban el control en el área económica, también lastró el desarrollo de Cuba.

Sobre esta supuesta reciprocidad, señaló el historiador José Cantón Navarro que una reducida lista de productos cubanos disfrutaba de una tarifa arancelaria un 20 por ciento más baja que la de cualquier otro país, al entrar a Estados Unidos.

“En cambio, una larga lista de productos norteamericanos entrarían en Cuba con una rebaja arancelaria que oscilaba entre el 25% y el 40%. Como se ve, la ventaja para los productos norteamericanos era notable”.

También las inversiones de capitales norteamericanos en sectores como el azucarero, el ferroviario y el minero, se unieron a otros mecanismos como las sucesivas intervenciones y la presencia de los “mediadores”, para someter económica y políticamente a Cuba.

De ese modo, bastarían pocos meses para detectar en las cúpulas de gobierno administraciones cada vez más títeres. Resaltan nombres como el de Tomás Estrada Palma, Alfredo Zayas, Mario García Menocal o José Miguel Gómez.

No demoraría el pueblo de Cuba, heredero de la estirpe de sus próceres, en percibir y manifestar su inconformidad con la falsa independencia, incluso en el escenario de Revoluciones como la de 1930, y posteriormente durante la guerra de liberación nacional a fines de la década del ’50 del siglo XX.

A 109 años de instaurarse una República muy distante de la concebida por José Martí, los cubanos, constructores hoy de una verdadera nación con todos y para el bien de todos, reconocemos una sola fecha para la consolidación de la nación que comenzaron a gestar hombres como Céspedes, Agramonte, Gómez y Maceo: el Primero de enero de 1959.