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Girón en la memoria de dos santacruceños

Girón en la memoria de dos santacruceñosLa invasión de Playa Girón por fuerzas mercenarias pagadas por el imperialismo no cogió a los santacruceños desprevenidos. El largo muro que se extiende por todo el caserío del área costera se convirtió en trinchera para vencer o morir. Heliberto Carmenates Betancourt, fue el segundo jefe de las milicias en la zona de la playa, en este territorio. Él recuerda cómo fueron aquellos días en el sur camagüeyano.

“Cuando llegaron las órdenes superiores de ponernos en pie de guerra, enseguida pusimos el plan de movilización en marcha”.

“A mí me pusieron bajo las órdenes del Teniente Cano. Hacíamos patrullaje hasta seis veces al día en un yipi (jeep), desde la zona de la Punta de la playa hasta el cementerio viejo. Por toda la orilla del muro, cada veinte metros había un miliciano con una ametralladora 50, un springfield o un fusil brasileño”.

Una Cuatro Bocas estuvo enfocada en la zona de la cañada, por donde se podía producir la entrada de alguna lancha enemiga y otra arma de ese tipo se ubicó en otra parte, también estratégica, para evitar sorpresas.

“Mantuvimos un patrullaje de orden, exigiendo disciplina. No podía existir descuido. Como yo había sido soldado rebelde tenía cierta experiencia, eso me daba posibilidades  de corregir alguna situación y ayudar a mantener el orden. Junto al Teniente Cano, daba las orientaciones tácticas y estratégicas, que se recibían día y noche del mando superior”.

“Sí los mercenarios hubieran entrado por aquí, no hubieran llegado a tierra firme. Había de sobra con qué responder, sobre todo mucha valentía. Fueron horas estresantes, pero no faltó el fervor revolucionario”.

Girón en la memoria de dos santacruceñosOfelia Brizuela Arias, tenía 16 años cuando conoció las primeras noticias de la invasión. “Ya voy a cumplir 66 y me acuerdo de todo lo que se hizo en esta playa. Las federadas estábamos junto a los milicianos dispuestas a enfrentar lo que fuera. No teníamos miedo”.

“Todo este muro estaba lleno de milicianos. La tarea de las mujeres era repartirles agua, café y alimentos. Recuerdo que había mucho movimiento. Esos hombres permanecían apostados con sus armas día y noche, mirando hacia el mar”.

“Las consignas revolucionarias resonaban con alegría. Lo mismo gritábamos ¡Viva Fidel!, que cantábamos nuestro himno nacional, que es un himno de combate. Si tenemos que volver al muro, y convertirlo en trinchera, lo haremos con el mismo ímpetu de aquellos momentos inolvidables, acompañados por las presentes generaciones”.

Santiago Santacruz
Cortesía para Radio Santa Cruz