Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz
Una frase de Martí produjo en mí una profunda e inolvidable impresión. Me enseñó, me agradó y desde entonces siempre la he tenido presente: Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Yo puedo hacer una apreciación de mis ideas, desde que empecé a tener ideas políticas, ideas revolucionarias, hasta hoy, son ideas que se han ido desarrollando; los valores en que me inicié en esta lucha, creo que también se han ido desarrollando; el comprometimiento con esas ideas, también se ha ido desarrollando; el interés por esas ideas, también se ha ido desarrollando a lo largo de los años. Creo que la lucha misma, en las condiciones en que hemos tenido que llevarla a cabo, ha sido también un estímulo, es algo en lo que uno está enfrascado, y cada año que pasa uno se siente más convencido y más comprometido. Yo creo que cada año que pasa el desinterés personal puede ser mayor, el espíritu de sacrificio mayor; los elementos subjetivos van teniendo cada vez menos importancia, las cosas subjetivas, personales; ya uno llega a identificarse de tal manera con lo que está haciendo, que la cuestión de orgullo personal, vanidad, todas las cosas que de alguna u otra forma existen en todos los hombres, todos esos factores van quedando más atrás cada día que pasa.
Si no es así, puede ocurrir lo contrario, que se tenga cada vez menos interés en las cosas, influyan más los elementos subjetivos; puede surgir la autosuficiencia, la idea de saber que uno tiene más conocimiento que los demás, que uno sea imprescindible, insustituible, que alguien se enfatue con lo que es y con lo que hace.
Todo eso que puede ocurrir, afortunadamente, en especial esto último, a mí no me ha ocurrido, y pienso que en parte porque he estado en guardia contra todos esos factores; tal vez he ido desarrollando una filosofía sobre la importancia relativa de los hombres, el valor relativo de los individuos, la convicción de que no es el individuo el que hace la historia, sino los pueblos, la idea de que nadie puede atribuirse los méritos de todo un pueblo y de millones de gente que trabajan todos los días, que aportan su esfuerzo todos los días, que producen, que defienden la Revolución; la conciencia plena, las convicciones profundas con relación a todo eso, de la vanidad que encierran los afanes de gloria personal pueden explicar de cierta forma mi actitud. Hay un pensamiento, una idea, una frase de Martí que produjo en mí profunda e inolvidable impresión. Me enseñó, me agradó y desde entonces siempre la he tenido presente: "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz."
Es realmente reconfortante sentir la impresión de que uno puede haberse alejado de esos riesgos. ¿Hay algún método para alcanzar esa victoria sobre sí mismo?
No creo que existan técnicas infalibles, el ser humano es muy complejo, a mí personalmente me ha servido mucho estar siempre en guardia, ser crítico, ser riguroso, ser exigente conmigo mismo, y tratar de ser siempre honrado conmigo mismo. Uno debe estar comprometido, consagrado a lo que hace, entusiasmado con lo que hace, convencido del valor de lo que hace.
Fidel, marzo de 1985
(Tomado de Granma)