Maradona: con guitarra y violín

Maradona: con guitarra y violínEl refranero popular es prolijo. En este mundial de fútbol que acontece en Sudáfrica, en el cual han ocurrido sucesos no pronosticados, existe un director técnico a quien le viene como anillo al dedo la sentencia: “Una cosa es con guitarra y la otra con violín”.
  
Su nombre: Diego Armando Maradona y todos, seguidores o no del balompié, lo recordamos cuando bien le apodaban el Pibe de Oro, pues sobre la grama ¿era? pura dinamita. Su manera de jugar –ahora de dirigir–, desplazamiento, garra y coraje… constituían, y son, comidilla cotidiana de los amantes de este deporte universal como ninguno otro.
  
Como los años no perdonan, a Diego Armando le toca ahora ver los toros del otro lado de la barrera. El 10 histórico de su camiseta, trocado ahora por traje gris y corbata, parece revivir en sus pupilos por su singular manera de proyectarse fuera del escenario de juego.
  
Brinca, salta, se lleva las manos a la frondosa cabellera ensortijada, se pasea inquieto de un sitio a otro… Incluso, ciertos comentaristas lo han imaginado dejando el saco a un lado y, sin desanudarse la chalina, salir a patear junto a sus muchachos.
  
Aunque algo cauto ahora por la responsabilidad depositada sobre sus anchos hombros, no deja de sentir y padecer aciertos o yerros del seleccionado albiceleste.   
  
Semeja al jugador de naipes temperamental y baraja sus balompedistas según le aconsejan las mañas aprendidas a puntapié sobre la esférica blanca y negra, y las circunstancias. Baste recordar el as sacado de la manga del saco, como todo buen prestidigitador, cuando colocó en el ruedo a Martín Palermo, veterano atleta. La respuesta: decisivo gol ante Grecia.
  
Frente a los aztecas, los pupilos de a quien también chiquean como Pelusa, dieron muestras de saber jugar y ya el equipo está colado en cuartos de final.
  
Nadie lo esperaba, de hecho, es logro del cual muchos conocedores dudaban y, a fin de cuentas, los alemanes también son hombres e imperfectos.
  
Desde luego, sabe no puede confiarse de ningún enemigo, pues conoce de sobra que, en lo adelante, aumenta el nivel del juego adversario sobre la grama, y no existe adversario pequeño.
  
No obstante, Maradona, próximo al medio siglo de vida (30 de octubre de 1960), ha demostrado ser de lo más sobresaliente en esta disciplina a nivel planetario desde que comenzara a patear balones en Villa Fiorito, barrio humilde de las afueras de Buenos Aires.
  
En Sudáfrica, de cara a lo que algunos califican como gran reto –para este neófito son todos los partidos desde la arrancada del Mundial— el sábado se las verá con los “panzer” teutones, once cuyo histórico juego fuerte ha salido a relucir en todas sus presentaciones. Semejan tanques de guerra en busca de las posiciones del enemigo.    
  
De facto, Diego aceptó el reto de conducir a Argentina –otros habrían declinado. Sin embargo, el Pibe tuvo el valor y, como dice el estribillo de la popular canción cubana: ¡Sigue ahí! (Por Marcos Alfonso/Servicio Especial de la AIN)