Publican documental de realizador italiano sobre bailarina cubana (+Video)

Primero nos unió el arte y después una gran amistad, comentó a Prensa Latina la también coreógrafa, directora de su propia compañía y, desde hace años, del Festival La Huella de España en Cuba.

Cannatello rehulle de las palabras, prefiere expresarse mediante el lente y en esta isla del Caribe tiene un largo historial de trabajo asociado con compañías danzarias desde el año 2003, cuando empezó a tirar fotos en los salones del Ballet Nacional de Cuba (BNC).

Galerías de más de una provincia en Cuba han acogido sus exposiciones y el Festival Internacional de Ballet de La Habana le ha brindado pretextos y escenarios de lujo, entre ellos el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, lugar donde Rodríguez nació como profesional y conquistó los primeros aplausos de un público de pie, por la emoción que desata su baile.

Esa cualidad y otras características de la bailarina quedan registradas perfectamente en Solera, el documental de 12 minutos que archiva para la historia un solo en el cual la danzante dialoga con su interior, lidia con sus demonios, ese yo interno tan fuerte, tan deseoso de comerse el mundo.

La obra deviene testimonio de una soberbia artista, enamorada del virtuosismo técnico, dueña de unos brazos expresivos que amplifican su poderío corporal, mujer sensual, elegantemente musculosa, ágil, rítmica, temperamental.

También se adivina por qué la consideran una de las embajadoras de la cultura española en Cuba y el mundo, no en balde fue condecorada con la Orden Isabel la Católica, en la categoría de Cruz, que otorgó en 2018 el rey de España, Felipe VI.

Este trabajo audiovisual ayuda a promocionar lo que hago, reafirmó Rodríguez, quien ponderó la posibilidad de acercar a la audiencia a detalles que desde el lunetario -bajo los efectos de la distancia, las luces y los ángulos de visión- poco puede constatar: el tacón, la parte de atrás, el sudor, las manos, el pelo, cómo se mueve la falda, etc.

Rodríguez acaba de presentarse, junto a su compañía, en el Jacob’s Pillow Dance Festival, el evento más relevante de su tipo en Estados Unidos, donde además de ser elegida imagen promocional del evento, la invitaron a dirigir, durante dos semanas, un programa de flamenco destinado a 25 de los mejores ejecutores de ese estilo en Norteamérica.