Compromiso renovado con el legado fidelista en El Camagüey

Más comprometidos con el legado del Comandante en Jefe Fidel Castro, arribamos a dos años de su tránsito a la inmortalidad con plena conciencia del alto encargo que nos asiste para proseguir materializando su ideario del Moncada, en bien del pueblo cubano.

La noche de este 1ro de diciembre, los agradecidos de El Camagüey volvimos a congregarnos ante la imagen de Ignacio Agramonte, hijo símbolo de esta tierra, para rendirle tributo a Fidel en una velada cargada de emociones  y comprometimiento, que hizo vibrar la Plaza de la Revolución con sentimientos de arte y lealtad.

Y esa fidelidad se debe materializar en cada acción que se acometa en lo económico y social, sabedores del gran reto que significa, en momentos de recrudecimiento del bloqueo de Estados unidos contra Cuba y de resurgimiento de gobiernos de corte fascista y pro- imperialista en América Latina, enemigos de la integración y la solidaridad, y por tanto, del bienestar de sus pueblos.

Es por ello que la firme convicción contenida en la frase Yo soy Fidel debe expresarse en el diario cumplimiento del deber en todos los frentes de labor, para de forma unida y con sólidas bases, esas que sustentan los humanistas programas de la Revolución, se logren los frutos esperados, no importa los escollos por superar.

Así nos enseñó y guió Fidel en instantes cruciales de nuestra Historia y en los momentos más duros del Período Especial, cuando muchos en el mundo vaticinaron el fin de la Revolución cubana ante el desmerengamiento del campo socialista europeo y la desaparición de la Unión Soviética.

Ante ese difícil escenario supo crecerse el pueblo de Cuba, ante ese difícil escenario supimos marchar los camagüeyanos en carga mambisa agramontina de estos tiempos, y salir airosos de ese trance, que nos dejó un sólida voluntad de resistencia, y la lección aprendida de que Sí se puede.

El panorama actual presagia retos mayúsculos, pero de los que también se saldrá adelante, sin declinar principios ni convicciones, como muy bien ha sabido hacer la inmensa mayoría de los profesionales cubanos de la Salud en Brasil, que regresan a la patria con la frente en alto, y la satisfacción de haber contribuido a tan humanitaria labor  en el programa Más Médicos.

Hablamos de una  mayoría de jóvenes galenos muy bien preparados, con capacidad demostrada en Brasil y otras partes del mundo, hablamos de jóvenes como los que abarrotaron la principal plaza camagüeyana en la primera noche de diciembre, plenamente convencidos de que este es el proyecto social que cubre sus expectativas y el cual tienen la  responsabilidad de perfeccionar y continuar, que es ratificarle a Fidel su compromiso con la Revolución y el Socialismo.

Hablamos de jóvenes y menos jóvenes, de sólida textura, como la piedra que acoge sus cenizas, dispuestos a defender la patria al precio que sea necesario; hablamos de un pueblo, sí, un pueblo, el camagüeyano, que junto al de toda Cuba, grita bien alto y con plena certitud: ¡Yo soy Fidel!