Beísbol: la deuda sigue pendiente

Beísbol: la deuda sigue pendienteUna medalla en cualquier cita multideportiva es sinónimo de alegría y satisfacción para el deporte cubano, como ocurrió recientemente con la presea de plata de los voleibolistas en la lid universal.
 
Pero cuando se trata del béisbol, de esa pelota que tanto atrapa a cada espectador, aficionado o fanático, cualquier resultado que no sea el título se convierte en un fatídico desenlace, más allá del análisis profundo de lo ocurrido.
 
Con la conquista de la corona en el Mundial Universitario de este año muchos se entusiasmaron y hasta pensaron en que las derrotas de torneos anteriores era cosa del pasado.
  
Desde antes del inicio del certamen de Puerto Rico , miles de seguidores del deporte nacional, comentaristas, especialistas y técnicos, mostraban su desacuerdo en la conformación del elenco.
 
¿La mayor preocupación? Muchos lanzadores, falta de un primer bate natural y una alineación conformada en cada partido por bateadores de gran alcance, que impedía en momentos claves de hacer jugadas y mover al equipo contrario, o sacarlo de paso, como se conoce en el mundo beisbolero.
 
Perder un juego, por cierto, ante equipos con  peloteros de experiencia y bien preparados para la ocasión, nunca significará caer en el abismo para los cubanos,  pero ceder en tres, era y será  un momento amargo para los seguidores de este deporte en la Isla.
 
Las derrotas ante República Dominicana y Estados Unidos en la segunda etapa de la justa fueron el presagio de un descalabro, unido al aprieto, como se dice popularmente, ante Venzuela para llegar a la final.
  
El desespero en el cajón de bateo por parte de la mayoría de los toleteros cubanos fue palpable con la infinidad de ocasiones en que fallaron ante lanzamientos malos, muestra de que discriminar envíos a la hora “cero” es una asignatura pendiente, sobre todo con hombres en circulación.
  
La conformación del equipo impidió realizar jugadas en momentos requeridos, lo mismo toques de bola o jugadas de bateo y corrido, pues la estructura de la novena siempre exhibía una envidiable fuerza al bate, sin tener en cuenta la velocidad en función de la ofensiva.
  
¿Por qué cuesta tanto trabajo enviar, llevar o colocar en el banco a jugadores como Yulieski Gourriel o Ariel Pestano cuando están lejos de su forma habitual con el madero?
  
Dejarlos en la alineación regular, lejos de ayudarlos los perjudica no sólo a ellos, sino al equipo, que es la razón de ser de cada integrante del mismo.
  
Pestano es un excelente defensor de la receptoría, pero desde hace rato su balanza ofensiva inclinó su curso descendiente, elemento que pocos quieren reconocer, mientras que Gourriel sigue sin aparecer en momentos claves.
  
La poca estabilidad ofensiva de la llamada tanda baja privó a los cubanos de obtener mejores dividendos en más de una ocasión. El joven José Dariel Abreu estuvo opacado, Pestano nunca sobresalió y Yorbis Borroto demostró que su fuerte es la defensiva.
  
Colocar a Alexei Bell como hombre proa en una ocasión impresionó a muchos, al igual que Michel Enríquez y Yulieski Gourriel como torpederos.
  
Del cuerpo de lanzadores sobresalieron Norge Luis Vera-a pesar de su pobre actuación en el partido final-, Jonder Martínez, Yadier Pedroso, Dalier Hinojosa y en este último encuentro Yulieski González, capaz de reponerse después de la mala salida del juego previo ante Venezuela.
  
Para muchos es indispensable realizar cambios, pero lo elemental radica en variar la mentalidad estratégica o táctica y no a los jugadores, cuya calidad está demostrada.
  
Todos, o casi todos los peloteros regulares son terceros o cuartos bates en las alineaciones de sus respectivos equipos en la Serie Nacional, mientras que sólo Frederich Cepeda fungió como único bateador zurdo dentro la novena inicial.
  
Ante los reveses, es saludable sacar experiencias positivas para que en eventos venideros el final tenga un mejor desenlace, para un equipo cuya meta será siempre regresar a casa con la medalla de oro.  (Por Leonardo Pupo Pupo, AIN)