Puentes de amor y su labor por los vínculos entre Cuba y EE.UU.

La Habana, 15 sep.- El venidero 26 de septiembre Puentes de amor, grupo solidario radicado en Estados Unidos, prevé la realización de caravanas y eventos en el mundo contra el bloqueo económico, comercial y financiero de ese país norteño contra Cuba.

 

¿Quién es el líder de ese proyecto consagrado al restablecimiento de vínculos bilaterales y al cese de la política unilateral? Su principal impulsor es el académico cubanoamericano Carlos Lazo, originario de la localidad habanera de Jaimanitas, quien estuvo de visita en la isla el mes de agosto último.

Como parte de su agenda, el profesor sostuvo un diálogo con el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y, en exclusiva a Prensa Latina, reconoció la voluntad del mandatario de avanzar en el camino de la normalización de las relaciones entre los cubanos del país y sus emigrantes.

¿Qué promueve el proyecto Puentes de amor?

De acuerdo con Lazo esa iniciativa, emanada de las clases con sus alumnos de diversas escuelas públicas de Estados Unidos, despierta la esperanza e impacta en el imaginario popular, especialmente, en la comunidad de cubanos radicados en el exterior.

Su premisa es la frase del apóstol José Martí: ‘Hacer es la mejor manera de decir’ y con ella resiste a diario el bombardeo de mentiras, difamaciones y la versión distorsionada de la realidad sobre Cuba, basada en el rencor y el castigo y difundida en los medios de comunicación fuera de la isla.

‘Casi no existían voces aquí que mostraran la otra cara de la moneda. Si bien, advierto que la mayoría abogamos por el acercamiento entre las dos naciones muchos tienen miedo de la presión, el acoso y la ofensa en las redes sociales’, indicó Lazo.

En 2017, enseñó a sus estudiantes a conjugar verbos en español como cultivar y arrancar, frecuentes en la poesía martiana, mediante la canción Guantanamera, de José Fernández, pero cuya versión más conocida comprende estrofas de los Versos sencillos del intelectual cubano.

Desde ese momento, anhelaron el intercambio con niños de este país caribeño y tres meses más tarde, gracias al apoyo de la organización Cuba Educational Travel, llegaron a La Habana 40 personas entre educandos y padres, para un total de 200 en cuatro viajes más desde 2018 a 2020.

‘A ellos les fascina ir a Cuba y durante esos encuentros conocieron a artistas como Waldo Mendoza, el grupo Buena Fe y Omara Portuondo. Otra parte significativa del origen e impulso del proyecto, son mis vecinos de Jaimanitas, mi infancia allí y mi tía Victoria, de San Diego de los Baños (provincia de Pinar del Río)’, recordó.

Puentes de amor, inicialmente conformado por adolescentes estadounidenses y hoy con una página en la red social Facebook seguida por 70 mil usuarios, no es una organización formal, más bien representa un movimiento e idea de quienes apuestan por el diálogo entre ambos pueblos y gobiernos.

‘Cuando (el presidente de EEUU Donald) Trump, como parte de las 243 medidas contra la isla, suspendió los viajes por categorías educativas, no pude quedarme callado. Debía buscar alternativas para llevar a mis estudiantes, defender su derecho a conocer Cuba y enfrentar a quienes obstaculizaran esos vínculos’, puntualizó Lazo.

Propuestas contra el bloqueo impuesto a Cuba

Fue, a partir de 2019, que la voz del académico adquirió mayor protagonismo en la denominada diáspora cubanoamericana con acciones como la recogida de donativos para los damnificados en La Habana por el tornado de enero de ese año.

Tiempo después, el 11 de julio de 2020, protagonizó una travesía en bicicleta desde Seattle, en la costa del Pacífico, hasta Washington DC y, durante el recorrido de cinco mil kilómetros, numerosas personas apoyaron el reclamo de cese del bloqueo.

En octubre de ese año, solicitaron al actual presidente Joe Biden- por ese entonces aspirante a la Casa Blanca- la reactivación de la embajada, la normalización en la emisión de visados y el resto de los servicios consulares, y la restauración del Programa de Reunificación Familiar, suspendido en 2017.

Las demandas, suscritas por más de 27 mil firmantes hasta la fecha, comprendieron también el restablecimiento de los vuelos de aerolíneas estadounidenses a las provincias cubanas, los envíos ilimitados de remesas y el estímulo de inversiones económicas, intercambios científicos y culturales.

Otro nuevo peregrinaje, a pie y durante dos mil kilómetros, desde Miami hacia Washington DC comenzó el 27 de junio pasado con el reclamo a Biden del levantamiento de las sanciones sobre la familia cubana y la promoción de la generosidad y la humanidad frente al odio y la intolerancia.

En ese recorrido de varias semanas, los participantes, de acuerdo con Lazo, reunieron a amigos y les explicaron a sus conciudadanos de cualquier raza, religión y credo la necesidad del cese de ‘esa política obsoleta e inhumana que, tras seis décadas de tensiones, solo ha dejado miseria, dolor y resentimientos’.

Lazo colaboró, asimismo, con la propuesta solidaria Jeringuillas para Cuba, organizada por la Campaña Salvando Vidas y la organización Global Health Partners para contribuir al programa de vacunación contra la Covid-19 y enfrentar la crisis económica.

‘Escribo artículos, poesías y canciones; organizo viajes culturales e iniciativas como recogida de fondos ante la situación difícil y bicicleteo o camino hasta Washington DC para hablar sobre la necesidad de construir puentes de amor. Somos una fábrica de sueños y proyectos’, argumentó.

Para Lazo siempre habrá acciones en esa lucha por las causas justas y en beneficio de la familia cubana, desde la alegría, la música y con la certeza de que ‘vamos hacia una fiesta de amor, cuando Cuba y Estados Unidos se den la mano, se establezca la solidaridad y no se trate de ahogar a la isla’.

Con frecuencia recibe amenazas de muerte, ofensas, ciberbullying y agresiones físicas: ‘el mes pasado de camino a Washington nos tiraron un camión encima que casi provoca un accidente, igualmente, varios automóviles intentaron atropellar a los jóvenes durante su reclamo’, denunció.

¿Quién es Carlos Lazo?

Lazo nació en 1965, en un pueblito de pescadores al oeste de La Habana y, según contó a Prensa Latina, su infancia transcurrió en un ambiente sano y a menos de 200 metros del mar: ‘me iba con mis amigos a jugar, y a las 12 del mediodía escuchaba la voz de mi madre a lo lejos: Carlitos, vamos a almorzar’.

De niño quiso ser marinero o ingeniero naval y en la juventud su sueño fue la medicina, pero, diversos acontecimientos en su vida, determinaron un cambio drástico en los planes: el año 1980 representó para el profesor y para muchas familias cubanas ‘desgarramiento y ruptura’.

Su hermano se asiló en la Embajada de Perú y marchó a ese país; luego su madre viajó a los Estados Unidos y con 15 años Carlos se quedó solo en La Habana.

‘Pasé el preuniversitario a duras penas gracias al maestro Rolando Ardiles. Después de 40 años nos reencontramos el mes de agosto último en mi visita a Cuba. En aquella época, él me abrigó cuando algunas personas, por cuestiones políticas e ideológicas, me dieron la espalda’, evocó Lazo.

Llegó a Estados Unidos el 20 de octubre de 1991 y, desde entonces, fue repartidor de pizzas, mesero en un restaurante, camionero en el sur de la Florida y en 1998, tras mudarse para Seattle, laboró durante diez años como consejero de personas con enfermedades de la mente.

Por esa época, integró la Guardia Nacional, estudió enfermería y en 2003 intervino en la guerra en Iraq. Su experiencia durante esa agresión, iniciada el 20 de marzo de ese año y hasta 2011 con el retiro de las tropas estadounidenses, lo hizo meditar sobre Cuba y los costos de aquella intervención humanitaria.

‘Eso yo no lo quería para mi país. Fue una experiencia muy fuerte presenciar en vivo y en directo las consecuencias de los conflictos bélicos sobre los pueblos y ese dolor y desgarramiento cuando los hombres se ponen unos contra otros, y resuelven los problemas con violencia y muerte’, señaló.

A su regreso de la guerra en 2005, enfrentó las medidas impuestas por el entonces presidente George W. Bush (2001-2009) referidas a los viajes de los cubanoamericanos a la nación caribeña, que limitaban la visita a familiares cercanos sólo una vez cada tres años.

‘Con dos hijos en la isla, en ese momento me convertí en un activista contra aquellas sanciones crueles empleadas como castigo para las familias cubanas. Hoy, con el mismo argumento de derrocar al gobierno cubano, persisten las sanciones y Biden no ha cumplido su promesa electoral’, explicó.

Por Danay Galletti Hernández/Periodista de la Redacción Cultural de Prensa Latina

FotosPL: Panchito González