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Nada hay más sublime que la Patria

A 150 años de que el adolescente José Martí escribiera Abdala, recordamos ese canto fundamental al patriotismo.

El Diablo Cojuelo –que nació para mostrar a los estudiantes habaneros la corrupción impuesta por el régimen colonial en Cuba, como el personaje que le da título había hecho con respecto a la propia Metrópoli mientras guiaba por ella a un estudiante en la novela homónima de Luis Vélez de Guevara– apareció con fecha 19 de enero de 1869.

Cuatro días después circuló La Patria Libre, cuyo subtítulo –Semanario Democrático-Cosmopolita– refleja el ambiente en que Martí se movía. A diferencia de El Diablo Cojuelo, que fue gestado por el propio Martí y otros condiscípulos –entre ellos Fermín Valdés Domínguez–, La Patria Libre tiene hasta materialmente un corte distinto, y parece lógico suponer que en sus auspicios intervinieron adultos, como el maestro Mendive, según se ha dicho.

Pero el estudiante Martí, sin haber cumplido aún 16 años, dotó al periódico del texto que más perdurable lo haría: el poema dramático Abdala, encabezado con una anotación en que la tipografía aportaba una elocuente ambigüedad. La frase «Escrito expresamente para La Patria», impresa en mayúsculas y sin comillas ni otro signo que destacara La Patria como título de la publicación, propiciaba que la pieza teatral se recibiera como destinada al periódico en que aparecía o –lo más seguro– a Cuba.

El detalle es significativo: impedido el autor de convocar abiertamente a la rebelión patriótica, el texto recreó la decisión de un joven príncipe africano –de Nubia, topónimo que acústicamente marca una ostensible similitud con Cuba– de defender a su tierra contra el invasor extranjero, y morir en esa lucha si era necesario, a pesar de los ruegos de la madre, que pretende salvarle la vida.

Con razón se ha visto en el héroe, Abdala, un alter ego de Martí y una prefiguración de su destino.

(Fragmento tomado de Cesto de llamas, biografía de José Martí)

(…) ¡Morir! morir cuando la Nubia lucha;
Cuando la noble sangre se derrama
De mis hermanos, madre; ¡cuando espera
De nuestras fuerzas libertad la patria!
¡Oh, madre, no lloréis! Volad cual vuelan
Nobles matronas del valor en alas
A gritar en el campo a los guerreros:
«¡Luchad! ¡Luchad, oh nubios! ¡Esperanza!»

¿Que no llore me dices? ¿Y tu vida
Alguna vez me pagará la patria?

La vida de los nobles, madre mía,
Es luchar y morir por acatarla,
Y si es preciso, con su propio acero
Rasgarse por salvarla las entrañas!
Mas… me siento morir: en mi agonía
No vengáis a turbar mi triste calma.
¡Silencio!… Quiero oír… ¡Oh! Me parece
Que la enemiga hueste, derrotada,
Huye por la llanura… ¡Oíd!… ¡Silencio!
Ya los miro correr… a los cobardes
Los valientes guerreros se abalanzan…
¡Nubia venció! Muero feliz: la muerte
Poco me importa, pues logré salvarla…
¡Oh, qué dulce es morir, cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria!

(Fragmento de Abdala)

Tomado de Granma