[:es]Misión internacionalista en Angola contribuyó a formación política de santacruceño[:]
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Santa Cruz del Sur, 25 may.- Emir Verdecia Ortíz es jubilado del Ministerio del Azúcar (MINAZ). El técnico de fabricación del dulce producto invitó al reportero a dialogar en el interior de su casa apartamento en la Comunidad Jesús Suárez Gayol, de La Jagua en esta localidad.
Antes de iniciar los trajines laborales en ese sector fue miembro de las Unidades de la Reserva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). En 1977 dio respuesta afirmativa a una única interrogante, fibra substancial del deber internacionalista. Integraba en ese entonces el batallón 503. “Viajamos hacia la provincia de Luena, capital de Moxico”.
En breves días los soldados cubanos se trasladan al municipio Belas, provincia de Luanda. “A partir de ahí comenzamos formar parte del regimiento 6535. En los largos meses que en ese lugar permanecimos hacíamos prácticas militares. Nuestra tarea era defensiva, es decir contrarrestar a las fuerzas sudafricanas si agredían por esa zona”.
Al producirse en Cassinga la masiva muerte de namibios “partimos hacia el norte. De haberse producido algún ataque de los lacayos mercenarios los enfrentaríamos sin temer a la muerte. Morir por la justicia es vivir”, recalcó el santacruceño.
A finales del siguiente año “el general de división Raúl Menéndez Tomassevich, jefe de la misión militar da la orden de iniciar un cometido a gran escala contra las tropas agresoras dirigidas por Jonás Savimbi”.
El 503 se movió hacia el sur ubicándose en la provincia de Cuando Cubango, capital de Menongue. “A través de cercos y persecuciones tratamos de atrapar al asesino cabecilla, pero logró escapar”.
Al concluir la estratégica operación el batallón que componía el teniente Verdecia, a cargo del pelotón de artillería antiaérea, se concentra en la frontera con Namibia para impedir algún posible intento de incursión hostil. “Luego resguardamos el puerto de Mucaba en la provincia de Uíge. De igual manera todo transcurrió normal”.
El voluntario combatiente se conmovió en la nación angolana por muchas cosas: “El estado de pobreza que allí había dejado el inhumano colonialismo portugués. Las riquezas de esa tierra, sin importar el hambre de sus hijos, las codiciaba el imperialismo. Savimbi era el hombre indicado para colocarle en bandeja de plata esa “quimera” a los gobernantes norteamericanos, pero se le trocó en pesadilla a los explotadores”.
Emir el soldado, el obrero retirado del MINAZ, considera haberse formado mejor políticamente al abrazar en la despedida a Angola en noviembre de 1979.
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