[:es]Medicina cubana salvó vida a infante santacruceño[:]

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El ensortijado cabello se alianza con los risueños labios. Las grandes pupilas de Yoe Jadier de Jesús Varona Yero reciben placenteras al  redactor. Enseguida al pequeño curioso le llamó la atención la cámara fotográfica destinada a captar las instantáneas de la labor periodística a realizar en su hogar, ubicado al final de la calle Cristo, del  Reparto Jacinto González, en Santa Cruz del Sur.

Se levanta el pulóver azul, espontáneamente. “Aquí tengo el yayay”, dice, a la vez que señala con el dedito el lugar exacto donde aparece un corte quirúrgico casi imperceptible.

“Pasamos momentos de mucha tensión”, evocan a la vez Teresa Alarcón Najarro y Juan Rodríguez Barranco, los abuelos paternos del travieso infante.

En la semana número 32 del embarazo a Cruz María Yero, el especialista en Obstetricia le detecta bajo peso en el feto. Los ultrasonidos hechos a la joven no diagnosticaban ningún estado patológico. “El médico llegó a pensar que el niño podía traer enredado el cordón umbilical en uno de los antebrazos o detrás de una de las rodillitas”, comentó la progenitora.

Los pediatras del hospital municipal tenían sospechas bastante bien fundadas. En cuanto Yoe nació el 9 de diciembre de 2014,  el  galeno encargado de asistir el nacimiento trató aspirarle la flema. “Fue imposible ejecutar el procedimiento”, señaló Rodríguez, custodio de la Dirección Municipal de la Vivienda.

En una ambulancia de cuidados intensivos el recién nacido es remitido a la institución provincial pediátrica de la Ciudad de Los Tinajones. “Mi hija quedó ingresada para recobrarse del alumbramiento.

 No le dije la verdad, al conocerla. Le expuse que el nene debía recuperar peso. Sufría, porque soy enemiga de las mentiras, pero no debía intranquilizar a Cruz”, relató la laboriosa cocinera del Instituto Politécnico de Economía Raúl Rodríguez Moreno.

El cirujano a cargo del paciente orientó hacer varios rayos X, además, análisis de todo tipo. La malformación congénita fue descubierta. A las 18 horas de nacido  el pequeñín santacruceño fue sometido a la impostergable operación.

“Seis horas duró ese proceso, desde las 12 del día hasta las seis de la tarde. Llegué a fumarme tres cajas de cigarro. Mi esposa sólo rogaba a Dios por la salud de nuestro nieto”, indicó Juan.

La atresia esofágica le fue corregida al travieso Jadier. “Mamá me puso al tanto de todo después de estar el niño recuperado. Me asusté mucho”, planteó la Yero, educadora del círculo infantil Luis Aldana Palomino.

Después añadió: “Ni siquiera imaginaba la gravedad de mi niñito. Mi familia y yo estamos agradecidos. La medicina cubana tiene prestigio. Sus hombres y mujeres de gran sabiduría salvan la vida de muchos angelitos en esta Isla, también en varios países en los que cumplen misiones internacionalistas”.

A Yoe Jadier  la malformación congénita le dejó secuelas. Padece a menudo de infecciones respiratorias. El tratamiento a base de esteroides tiene sus consecuencias adversas, por ello es consultado periódicamente en el departamento de medicina nuclear del hospital oncológico provincial.

La sonrisa gozosa y la picardía activa hacen retozar los saltarines ojazos del pequeñuelo de cabello ensortijado. Mucha fortaleza amorosa hay a su alrededor. Desde ahora este periodista le desea muchas felicidades. El venidero día 9 de diciembre cumplirá los tres añitos. Los cientos de besos de sus seres queridos  le agigantarán la alegre vocecita.

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