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Los hermanos, música y familia entre Cuba y EE.UU.

La Habana, 8 dic.- Cuando el realizador estadounidense Ken Schneider descubrió el virtuosismo del pianista cubano Aldo López-Gavilán a finales de 2014, vivió la génesis de lo que hoy es su documental Los hermanos/The Brothers.

 

Esta obra, realizada junto a su esposa, la también cineasta Marcia Jarmel, y que tuvo su estreno este fin de semana en el 42 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, comenzó a gestarse en esta misma ciudad, y siguió luego vínculos familiares y musicales entre Cuba y Estados Unidos.

La primera película de ambos directores sobre Cuba, La Curva Habana, se proyectó en la edición de 2014 del mencionado evento cinematográfico, justo el 17 de diciembre, el mismo día en que los gobiernos de ambos países anunciaron la decisión de iniciar un proceso de normalización de relaciones.

En entrevista con Prensa Latina a través de correo electrónico, Schneider recordó que la clausura de la cita del séptimo arte coincidió con la noche del concierto inaugural del Festival Internacional Jazz Plaza, y al acudir a ese acontecimiento musical, vio por primera vez a López-Gavilán.

Cuando volví a Estados Unidos, le dije a Marcia que deberíamos hacer una película sobre Aldo. Ella preguntó: ‘¿Cuál es la historia?’, rememoró el creador.

De acuerdo con Schneider, unos meses después, cuando proyectaban uno de sus cortometrajes cubanos en un festival de Nueva York, supieron que el talentoso pianista de la isla tenía un hermano, Ilmar, también músico, y quien vivía en esa urbe norteamericana.

Tras conocer al virtuoso del violín, este les anunció que Aldo viajaría a Estados Unidos para realizar una gira con el cuarteto creado por Ilmar, Harlem Quartet, algo que hasta ese momento había sido imposible, y que se concretaba gracias al acercamiento entre ambas naciones.

Durante los siguientes años, filmamos las actuaciones regulares de Aldo en La Habana y en todo Estados Unidos, y los esfuerzos de los hermanos por grabar su primer disco, contó sobre el proceso de realización de una película que rastrea las vidas paralelas de los artistas, su reencuentro y primeras presentaciones juntos en escenarios norteamericanos.

Los directores siempre supieron que su historia trataba ‘sobre la familia, el amor, el valor del arte y la música, pintado sobre un lienzo de geopolítica’, aunque resistieron poner en primer plano la política, porque aunque resulta interesante, no es necesariamente convincente desde el punto de vista emocional.

Además de enfrentar el desafío inicial de definir qué historia querían narrar, y el de la financiación de la obra, la cual contó con el respaldo de la Fundación John Logan, Independent Television Service y Latino Public Broadcasting, los creadores vieron como otro reto encontrar el final adecuado para el documental.

‘Durante nuestro rodaje, los hermanos mencionaron, tanto dentro como fuera de la cámara, que uno de los verdaderos costos del embargo (bloqueo) estadounidense a Cuba era la imposibilidad de que pudieran grabar juntos y así proporcionarnos a todos nosotros -estudiantes, músicos y aficionados- la oportunidad de apreciar su música’, expresó Schneider.

Por eso, los cineastas coincidieron en que debían filmar ese esfuerzo, y pasaron dos días con ellos en un estudio en Nueva York para captar allí el final de su película.

Así lograron completar un filme centrado en ambos instrumentistas, con el trasfondo del bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba hace casi 60 años, pero también enfocada en resaltar la importancia de los nexos culturales entre los dos países.

En octubre pasado la cinta tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Woodstock, donde fue presentada en un autocinema en el norte del estado de Nueva York, y en ese evento resultó reconocida con el premio al Mejor Documental. ‘Fue delicioso ver nuestra historia en una gran pantalla exterior. El público estaba entusiasmado, se quedaron después de los créditos para conocer a Ilmar’.

Sobre la proyección de la película en Cuba, resaltó que en la isla la recomendaron como una ‘visita obligada’ entre las propuestas del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, y lamentó que la Covid-19 les impidiera celebrar el estreno ‘con nuestra comunidad cubana, que después de 10 años y cuatro películas, es bastante amplia y divertida’.

A pesar del contexto actual, Schneider espera que la situación de salud mejore para marzo próximo, cuando tendrá lugar el segundo momento de la cita cinematográfica en La Habana, y cuando el público cubano debe tener la oportunidad, una vez más, de disfrutar de esta obra. (Prensa Latina)