¿Leyendas de marinos o escenario mortal en el Caribe?

Acogido tanto al mundo de la ciencia como al de la fantasía, hay un lugar en el mar Caribe que despierta interés por las incógnitas que dimanan de su existencia: el Triángulo de las Bermudas.

Innumerables versiones acerca de ese sitio ponen sobre el tapete desde la presencia de furiosos animales marinos gigantescos hasta acciones manipuladoras de extraterrestres, porque los rumores, las leyendas y las invenciones fantásticas corren ligeras, y este es uno de esos casos.

El espacio de referencia constituye un verdadero sitio letal, como lo considera la opinión pública en general, incluyendo a científicos y personas alejadas de la ciencia real, y cubre una superficie de 1,1 millones de kilómetros cuadrados en el extremo sudeste de la Florida. El área geográfica la limitan Miami, Bermudas y Puerto Rico.

Las historias de extrañas situaciones que ocurren allí podrían remitirse al siglo XV, época del descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, a quien asombró una noche la caída al mar de una gran bola de fuego, presumiblemente un meteorito, cuando navegaba por la zona, y decía que la brújula se desorientaba en aguas de las Bermudas.

Según el Almirante, semanas después de avistar el bólido incandescente, una extraña luz apareció en la distancia. Esas anotaciones de Colón, unidas con la ignorancia evidente de la tripulación, fomentaron fantasías que persistieron a través del tiempo, pese a los avances científico-técnicos registrados en las siguientes cinco centurias.

Desde entonces, ese sitio en el océano Atlántico sobresalió en el imaginario mundial como un área mítica asociada con innumerables supersticiones que se relacionan o más bien se entretejen con hechos históricos, lo cual hace que por momentos sea difícil identificar dónde comienza y termina lo objetivo y viceversa con lo subjetivo.

Se estima en forma preliminar que desde el siglo XX en el Triángulo de las Bermudas desaparecieron en forma inexplicable un millar de personas, dos decenas de aviones y 50 barcos. Muchas  de esas supuestas víctimas de “accidentes” pasaron a la celebridad. como fue el caso del USS Cyclops.

Sin embargo, hay fuentes que refieren que las pérdidas de buques y aeronaves son muy superiores en toda la Historia: cinco mil y seis mil respectivamente, incluso probablemente esas cifras son modestas, pues muchos cálculos se hacen a partir de que esos medios poseían comunicación radiada.

Lo anterior significa que esas estadísticas no cuentan las desapariciones no reportadas antes de 1901, cuando se sitúa oficialmente la invención de las trasmisiones radiofónicas hechas por el ingeniero italiano GuillermoMarconi, aunque persiste un debate si fue él o corresponden al croata Nikola Tesla o el español Julio Cervera.

Generalmente se afirma que las desapariciones comenzaron a registrarse en 1880, con la fragata británica Atalanta, pero la investigadora estadounidense a Adi-Kent Jeffrey señala casos desde 1609.

Historias e hipótesis

El USS Cyclops, buque de abastecimiento militar de la Marina de Estados Unidos, despareció en marzo de 1918, hace poco más de 100 años, con unos 300 pasajeros en un viaje Barbados-Baltimore. Se observó por última vez el 9 de marzo de ese año cerca del Triángulo, luego se desconoció su paradero, se fue sin dejar rastros de algún tipo.

También 30 años después —en plena Guerra Fría— despareció un avión DC-3 que cumplía un vuelo comercial de San Juan, Puerto Rico a Miami, con 29 pasajeros y 3 tripulantes. Se declaró que la nave se perdió en la oscuridad de la noche cuando se acercaba a su destino, sobre este hecho hubo muchas dudas.

Al respecto, los informes oficiales se refirieron a diversas causas potenciales, entre ellas el mal funcionamiento de las baterías requeridas por el avión, una posible sobrecarga de peso, fallos en el sistema eléctrico y problemas en las comunicaciones, lo cierto es que no se supo más del aparato.

Un caso que motivó mucho a investigadores y escritores fue el del petrolero Marine Sulphur Queen, que desapareció con sus 39 tripulantes el 4 de febrero de 1963, pero de ese la Guardia Costera encontró algunos restos. La pérdida de este buque tuvo amplia resonancia en la marina mercante internacional.

Sucesos similares multiplicaron por muchos años las especulaciones de neófitos y lenguaraces, que llegaron a explicar esos eventos apoyados en las siempre intrigantes visitas de extraterrestres o en acontecimientos anunciados mediante la cartomancia y/o vaticinios estelares.

Lejos de disquisiciones extravagantes están las hipótesis científicas que contienen consideraciones interesantes, como es la inexistencia de una zona marítima terrífica allí y citan que en el área está la ciudad de Freeport, con un astillero importante y un aeropuerto que maneja 50 mil vuelos al año, y la visita más de un millón de turistas.

El desarrollo del peritaje aeronáutico echa por tierra muchas teorías sobre fuerzas emergentes del fondo marino y hoy se considera al Triángulo de las Bermudas una atracción curiosa más que un área de peligro para barcos y aviones.

Sobre los misterios del caso, el oceanógrafo Simon Boxall, de la Universidad de Southampton en el Reino Unido, opina que las responsables de las desapariciones son olas gigantes de más de 30 metros de altura, que duran pocos minutos pero son capaces de hundir a gran velocidad buques y aviones, que serían eliminados sin dejar rastro.

En esa área, además, ocurren tormentas violentas e inesperadas y cambios climáticos sorpresivos, tales eventos meteorológicos son cortos pero intensos y pueden acumularse y disiparse rápidamente, con lo cual causan obvios problemas de navegación, añade el experto. (Texto e imagen: PL)