[:es]Las costumbres en el paso de un año a otro[:]
[:es]Como algo normal para casi todas las personas del hemisferio occidental aparece cada 31 de diciembre la celebración de la noche vieja y el advenimiento del año nuevo, una práctica que no siempre fue así y que incluso difiere de otras culturas y naciones alrededor del mundo.
Según el calendario gregoriano, instaurado en 1582 por el papa Gregorio XIII, es el 1ro de enero el día que marca el inicio de un nuevo almanaque, sin embargo, existen países donde no se utiliza este sistema de medición del tiempo y entonces, las fechas pueden variar.
En China, por ejemplo, se emplea el calendario lunar y estos festejos corresponden a la segunda luna nueva después del solsticio de invierno boreal, del 21 de diciembre, por lo que el Año Nuevo chino no tiene una fecha exacta en el calendario gregoriano y se celebra entre el 21 de enero y el 18 de febrero.
Además, en Etiopía se festeja el 11 de septiembre; en Tailandia, Camboya, Birmania y Bengala, el 14 de abril y entre los aborígenes guanches de Tenerife, España, se celebraba con la recogida de las cosechas, aproximadamente el 15 de agosto, y se conocía con el nombre de Beñesmer.
Lo cierto es que sin importar en qué lugar del mundo te encuentres, siempre la última noche del año entraña misterios y misticismos que atraen hasta los más incrédulos.
En Cuba los 31 de diciembre son especiales y los ritos que llaman a la prosperidad recorren la geografía de la Isla de extremo a extremo, con particularidades en cada región, pero siempre unidos por el deseo de paz y felicidad.
Algunos tienen la costumbre de quemar muñecos, en representación del año viejo. Igualmente persiste la usanza de limpiar las viviendas en aras de quitar las malas energías, esperar enero con dinero en las manos o lanzar un cubo de agua puertas afuera en pos de que, como se dice en buen cubano, se vaya lo malo. (Texto y foto: ACN)[:]