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La obesidad abdominal asociada a la debilidad muscular eleva más el riesgo de padecer síndrome metabólico

Un estudio realizado por investigadores de las universidades Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, y College London, en el Reino Unido, demostró que la combinación de acumulación de grasa en la zona abdominal con la debilidad muscular (dinapenia) constituye la condición que más aumenta el riesgo de desarrollar el síndrome metabólico entre personas de más de 50 años de edad.

“Los individuos con obesidad abdominal dinapénica estaban sujetos a un riesgo un 234 % más alto de desarrollar el síndrome metabólico en comparación con quienes que no padecían ninguna de estas dos condiciones. Es casi el doble de lo que registramos entre los que padecían solamente obesidad [un 126 %]. De esta forma, demostramos que el padecer ambas afecciones simultáneamente redunda en la existencia de mayores alteraciones metabólicas”, explica Tiago da Silva Alexandre, docente del Departamento de Gerontología de la UFSCar y director del estudio, apoyado por la FAPESP.

El referido trabajo comprendió el análisis de un banco de datos de 3 952 británicos de más de 50 años que fueron objeto de un seguimiento durante ocho años en el ámbito del proyecto Elsa (acrónimo en inglés de Estudio Longitudinal Inglés del Envejecimiento), que reúne datos multidisciplinarios de una muestra representativa de la población británica. El análisis de los datos estuvo a cargo de investigadores de la UFSCar.

Con base en estos resultados, dados a conocer en el Journal of Nutrition, Health and Aging, los científicos advierten acerca de la importancia de la práctica de ejercicios físicos –tanto aeróbicos como resistidos– para la mejoría y el mantenimiento de la fuerza muscular durante el envejecimiento. La práctica de ejercicios físicos constituye también una manera de prevenir el síndrome metabólico.

El metabolismo alterado

El síndrome metabólico, el principal factor de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, comprende cinco condiciones: obesidad, elevación de los niveles de triglicéridos circulantes, hiperglicemia, disminución del colesterol bueno (HDL) y elevación de la presión arterial. El diagnóstico clínico se concreta al verificar la existencia de tres o más de estas alteraciones.

De acuerdo con los investigadores, las disfunciones en el metabolismo muscular, asociadas a la pérdida de fuerza, son las que explican el gran impacto de la debilidad muscular en el riesgo aumentado de padecer el síndrome metabólico. “En los casos de debilidad muscular se produce una infiltración de grasa en los músculos. Este fenómeno −aparte de ser el responsable de la pérdida de fuerza− provoca una serie de alteraciones metabólicas en esos tejidos que disminuyen la señalización de insulina, lo que deriva en una mayor resistencia a esa hormona, en alteraciones en el metabolismo de la glucosa y en un aumento de la grasa existente en la sangre [dislipidemia]”, explica Da Silva Alexandre.

Paula Camila Ramírez, autora principal del trabajo, remarca que no es solamente la debilidad lo que provoca esas alteraciones. “La debilidad también es producto de la alteración muscular: los músculos pierden masa, sufren infiltración de grasa y, por ende, se inflaman. Esto significa que están teniendo dificultades para concretar su propio metabolismo y por eso perjudican el metabolismo de los hidratos de carbono y los lípidos, y el control de la presión arterial, factores relacionados con el síndrome metabólico”, dice.

La inflamación provocada por la grasa infiltrada en los músculos es solamente una pieza más de todo un rompecabezas. El aumento del tejido adiposo forma parte del proceso natural del envejecimiento, y esto puede desencadenar una inflamación crónica de bajo grado. Asimismo, la obesidad por sí sola puede causar una inflamación permanente de bajo grado y alterar el metabolismo.

Los investigadores hacen hincapié en que las alteraciones que caracterizan al síndrome metabólico han venido adjudicándosele en gran medida a la obesidad. “No obstante, existen evidencias, y nuestro estudio hace un aporte en tal sentido, de que el problema es más complejo. La obesidad y la debilidad muscular contribuyen al incremento de grasa y a la infiltración de grasa en los músculos. Estos dos factores desencadenan alteraciones en el metabolismo del sistema musculoesquelético y pueden influir sobre otras alteraciones metabólicas”, informa Da Silva Alexandre.

Un estudio anterior del mismo grupo de investigadores había demostrado que la obesidad abdominal y la debilidad muscular, cuando aparecen asociadas, elevan en un 85 % el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares entre personas de más de 50 años. En ese trabajo, la debilidad muscular en sí misma solamente aumentó en un 62 % el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares. Curiosamente, las personas analizadas que tenían solamente grasa abdominal no exhibieron un aumento significativo en el riesgo de muerte cardiovascular.

“En aquella ocasión detectamos el impacto de la combinación de la debilidad muscular y la obesidad sobre la incidencia de las enfermedades cardiovasculares. Ahora procuramos entender el mecanismo subyacente a ello. Y entendemos que el metabolismo de los propios músculos es el que, cuando se altera, puede contribuir para una serie de alteraciones metabólicas que culminan en el síndrome metabólico”, añade. (Tomado de Infomed)