Ingenuidad consciente, picardía natural: la vocación naif de Luis Manuel Torres Viamontes
Camagüey, 16 may.- Treinta años de vida artística y veinte al frente del grupo Isabel de las Mercedes no son solo cifras que se celebran: son los peldaños de una vocación paciente, los frutos de una fidelidad que no ha dejado de sembrar belleza en los márgenes de lo cotidiano. Luis Manuel Torres Viamontes ha labrado su carrera como quien cultiva una tierra fértil: con las manos manchadas de color, con la mirada puesta en lo pequeño, y con la voluntad de hacer del arte una forma de comunidad.
Desde Cascorro, su pueblo natal, hasta Vertientes, donde reside hoy, pasando por sus constantes estadías en la ciudad -muy especialmente en las ferias de la plaza Maceo, donde es figura entrañable-, su recorrido vital ha sido también su materia prima. Su obra nace del entorno, pero no se queda en la anécdota: la transforma en escena, la convierte en crónica visual, la devuelve como una fiesta de imágenes donde caben la memoria, la risa, la ternura y hasta el absurdo rural cubano.
Luis Manuel se asume como artista naif, no por falta de formación -es licenciado e instructor con larga experiencia docente-, sino por elección estética. Eligió el camino que a veces se malentiende como “menor” o “intuitivo”, pero que en su caso ha sido un acto deliberado de fidelidad a su entorno, a su cultura y a su verdad artística.
Ha entendido el arte naif no como carencia, sino como posibilidad: una manera de mirar el mundo sin abandonar la picardía, de pintar sin temerle al color, de contar sin regirse por cánones impuestos. En sus palabras y en su obra, hay una reivindicación de lo genuino, del valor que habita en lo que otros podrían considerar insignificante: un insecto, un árbol, una vianda, un saludo entre vecinos.
Obras como Playa La Mula, Carrera de chivichana, Yunta de bueyes, Pelea de gallos, La vendedora de flores, Viaje en guarandinga, A través del arcoíris, La serenata, Sanjuaneando o Jugando a las casitas recogen escenas que podrían parecer menores, pero que en sus manos se convierten en símbolos de una cultura viva, irreverente, profundamente humana. No hay espacio vacío en sus cuadros porque no hay espacio vacío en la vida: cada rincón está poblado de detalles, de personajes, de gestos que merecen ser contados.
Su liderazgo en el grupo Isabel de las Mercedes ha sido tan sostenido como su obra. Desde la fundación del proyecto sociocultural en los años 2000, ha acompañado a generaciones de creadores populares, ha impulsado la creación del Salón Provincial de Arte Naif y ha defendido la necesidad de tener espacios permanentes donde la cultura de pueblo se exprese con orgullo. Su regreso a la galería del periódico Adelante -espacio que ha sido subsede de sus iniciativas- es también un regreso a ese impulso fundacional: pintar, reunir, compartir.
La exposición Luis Manuel Torres Viamontes: 30 años de ingenuidad y picardía que hoy se presenta, reúne 15 obras que condensan décadas de mirada atenta. Abre con Amanecer en el pueblo, un título que parece resumir su propio trayecto: una vida que amanece cada día frente al lienzo, con la misma pasión de siempre, con la misma fe en que el arte -ingenuo, sí, pero también sabio- puede seguir iluminando las historias del pueblo que lo inspira. (Tomado de Radio Cadena Agramonte)